El aspecto es sólo polvo,Debe ser obedecido.Kerouac
Una mañana una maestra llegó a la biblioteca con una niña que se resistía a entrar. La maestra, luego de dejar a la pequeña sentada en una de las pequeñas mesas del fondo, me contó la historia. La niña tenía un mal comportamiento. La voltee a ver y me retó con la mirada. La maestra se fue y me acerqué a ella. Vi que había estado llorando. No era más que una niña de 5 años. Me recordé de la primera vez que mi madre me dejó al cuidado de una maestra en el Jardín Infantil. Esa tarde salí con el labio roto por una patada. Empecé a darme cuenta que la vida es otra cosa en la calle, o mejor dicho, en la calle se junta el infortunio que le da cuerpo a la muerte.
La niña me miraba hablarle de juegos y libros para colorear. Me tomó confianza. Hasta que me dijo, llorando de nuevo, que se quería morir. Le pregunté el por qué y me dijo que su mamá le había dicho que no la quería.
Pasé un momento reflexionando sobre lo que me dijo. Toda la rebeldía que había visto ya en varios niños estaba ahí ahora. Una historia similar había vivido el esposo de mi prima, al oír que el hijo de seis años de la vecina se quería matar, porque la madre desempleada no le podía a celebrar el cumpleaños.
- Los niños de ahora se quieren morir –repitió.
- Algo está muy mal en todo esto –dije.
- Los niños se quieren morir al ver como esta el mundo –dijo.
- La repetición de patrones hasta el cansancio, gente parecida con rostros parecidos, la falta de solidaridad, el egoísmo de los grandes que copian sus hijos, el miedo que copian sus hijos y aprenden a reproducir –dije.
- Los niños son inocentes.
- Todos somos victimas del sistema de repetición -respondí.
Reconozco que, lejos de la sensibilidad barata, está es una alarma. Los niños de antes se mataban a los 27 años. Los de ahora, al no más abrir los ojos.
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