El jueves pasado asistí a una secreta celebración cultural. Quería visitar la exposición de Juan Francisco Tun, que por alguna súper-idea mediática iba estar en el espacio de la Galería Ultravioleta tan solo por dos horas. Del pintor tenía la referencia por una entrevista a Ramírez Amaya, en la que el comenta que Tun era un delincuente en el sentido más insurrecto del arte, un criminal. En sus pinturas lo que se respira es la sencillez de la memoria colectiva, los momentos del infantil comienzo del mundo. Tres o cuatro gentes caminando entre la tierra dejando sus huellas, sus pisadas juntas, las arterias, esos trazos que luego Tun hará caminos. Es el génesis en geometría, el balance de la forma, la armonía de la gente. Hay una escena de un hombre con un cigarro más grande que su mano, un volcán que corta el cielo, un cielo que marca el ruido del espacio.
La curva de acontecimientos me llevó a pensar en tanto círculo. En Excéntrico las probabilidades aritméticas de Jazmin Hage. Curvas de erotismo matemático. Trazos de una violencia ingenua y personal. Autorretratos. En correos el pintor Luis Gordillo, un pintor que no había oído, del que terminé hablando, como si lo conociera, con un ferrocarrilero que entró de improviso a ver arte.
Uno podía ir del edificio de correos al Bar Central, y luego subir conversando de todo, saludando viejos amigos, hasta Ultravioleta. Fue un momento que no se repetirá. Una curva de un cometa.
-Foto. http://28.media.tumblr.com- Arnoldo Ramírez Amaya habla de Tun.
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