Un superhéroe no necesita de papá o mamá. Eso es parte de dejar un planeta en llamas. A veces estos superhéroes son adoptados momentáneamente por ciertas personas, pero luego, cuando ven que los hilos se van volviendo lazos o cadenas, ellos suben en vuelo a sentarse a la luna y a meditar en que pudieron haber fallado para que confundieran todo. Pero los humanos son así. A veces confunden la amistad con el paternalismo.
Un superhéroe verdadero vive feliz sin padres, sin hermanos, sin primos, sin sobrinos ni nada. Es parte de su naturaleza. No es que sean antisociales, simplemente, de sus planetas en desintegración sólo queda el polvo cósmico. Pensar en familia solo les puede poner iracundos pues ya no queda nadie más que ellos en el cielo. En el caso de Superman sólo quedó la imagen de una gran explosión. Spiderman, sólo tiene a su tía, y según el comic, fue el culpable del accidente y la muerte de su tío. Hay muchos antihéroes bastardos y muchos superhéroes independientes, pero creo que una heroína desarraigada es preeminente para el futuro.
Los superhéroes se sientan en la luna a meditar, se ponen a contar las explosiones, sufren de rabia, ira e impotencia a solas y con ellos mismos tratan de perdonar o de poner todas las cartas sobre la mesa. Son tiernos y saben que el mundo necesita de las sociedades y principalmente de la familia, pero al mismo tiempo vislumbran ya el final de una era, el comienzo de la soledad más inmensa del hombre por el hombre, las distancias y los desvaríos de la condición humana también les recuerdan a ellos mismos.
Una de las heroínas que más gusto me dio fue esa chica de los X-Men que no puede ser tocada por nadie y no puede besar a su propio novio. Ese es el signo del próximo siglo.
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