Paulo Coelho es un escritor ligth. Alguien que me quiere un poquitito me dijo que lo había visto fashion con un chaqueta negra promocionando MNG y, playeras que llevarían impresas sus frases más importantes. Tiene el porte, la publicidad y el marketing de su lado. Es brasileño pero en el fondo pareciera de acá. Lo que sé es lo poco que he leído al respecto. En el 2003 leí el alquimista. Fue un libro que no me emocionó tanto. Desde muy pequeño tuve la fiebre de que los metales se podían trasmutar en oro, y creí firmemente en la telepatía, la telequinesis y en el poder de las palabras. Había leído sobre Paracelso e incluso había curioseado en libros de magia negra que resultaban ser charlatanerías de gente que lo único que imaginaban como magia era el dinero fácil. Incluso, encontré en una librería de libros usados un librito que forré de rojo, en el cual habían tantos consejos para volverse rico con sólo el poder de la mente y la repetición de mantras que le intereso tanto a mi maestra de 2do. básico que me lo pidió prestado para siempre. Me gustó la forma sencilla en la que estaba escrita la novela, pero me gustó más el final. Hasta que una amiga me prestó los tres tomos gigantes de Las Mil y Una Noches y encontré la historia original del sueño del tesoro que remataba el libro del ilustre Coelho. Y entonces, terminé de exiliarlo al sótano de los escritores de Best Sellers comerciales, donde de seguro se encontró con Isabel Allende, J.K. Rowling y con Stephenie Meyer. Pero el talento de Coelho es de un orden más bien paternal. Muchas mujeres, a través del mundo se han sentido atraídas por este personaje de 63 años con cara de aprendiz de mago. He visto fotos de mujeres árabes exaltadas con un libro del escritor en sus manos en colas enormes en librerías para que el autor les dedique un autógrafo. Sus personajes mal delineados no son tan poderosos como las ideas renovadas que da extractadas de la Biblia, el Ramayana o cuentos fantásticos de Las Mil y Una Noches traducidas al presente. Sin embargo Paulo, era un verdadero personaje en la adolescencia, un muchacho inquieto enrolado en la onda de los 60s con un estilo de vida gitano. Por alguna razón aceptó la invitación de alguien para recorrer el Camino de Santiago y ahí lo tenemos, relatando después el Diario de un Mago. Así es la vida.
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6 comentarios:
después de que Crónica de una Muerte Anunciada fuera el primer libro que leí, me volé "A orillas del río piedra", "La quinta montaña" y "el demonio y la señorita.. no se que putas..", no sé por qué me gustarón.
Quizá simplemente estaba ansioso de que me gustara un libro. Lo cierto es que todos están vacíos, que al principio crees que es un cabrón y luego te encontras con que es mero mimo. Igual que más da, alguna vez tenés que leer un libro de Cohelo para tener de que platicarle a tu suegra o a cualquier niña de la universidad
Mira, que curioso que no te fuiste por el lado de GM, sino por Coelho. En buena hora Woltke, lo bueno es que si ayuda para platicar sobriamente en algun coctel. saludos.
hace muy poco conocí y soñé a través de uno de los textos de cohelo. La coyuntura quizá, me hizo apasionarme con estas narraciones tan "descriptivas"... ahora entiendo que lo que me enloquece es la descripción.. Y él lo hace bien. Me gusta
UN SECRETO DE DESCRIPCION: no hay que describir, hay que ir construyendo como si fueras una albañil, maestro de obras, arquitecta e ingeniera juntas. Luego lo platicamos con esas platicas en la que solo los dos nos entendemos, un beso....jejeje
Cohelo se me hace esos escritores de cartón que han de pronto tenido un boom en estos últimos años. Alguien que se juega siempre a lo seguro y que gusta del secuestro de personajes y parajes, para domar a la gente con teorías moralistas y que estoy segura, ni siquiera él mismo podría seguir al pie de la letra. A veces la literatura también es el opio del pueblo. Sobre todo la literatura de buena venta. Me gustó tu artículo, felicitaciones.
A lo que este cuate escribe se le llama: literatura pop. Es como oir a Britney. Es bastante decepcionante. Filosofía Kellogs.
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