Para algunos el Apocalipsis ya fue.
El desastre ya esta aquí. Incubado en la rutina. Sediento de más de lo mismo. Felices los autómatas que no tienen conciencia, los que matan por inercia y hasta sin darse cuenta. Bienaventurados los que no creen en nadie y nadie cree en ellos, serán los asesinos a sueldo los que vuelvan del pecado más grande una virtud de pocos. Cuando el fuego queme las manos de los millonarios las multitudes van a ser las brazas. La ciudad será una ruina, pero el alma y la sangre siempre mancharan las calles con poesía y cuchillos, con balazos anónimos y gritos de mujeres y niños, y suspiros de hombres desencantados con ganas de hacer justicia desde un pulpito. Palparan en el silencio el frio de los muertos que respiran lejos de su cuerpo, doblemente muertos en la risa de los continentes donde no llegaran las noticias de este pueblo. Hay quienes profetizan un paraíso cibernético, esos son los imaginarios, los que abrazaran la muerte mucho antes que caiga la primera bomba del futuro. Somos como la multitud, somos como mucha gente reunida, somos como tanta humanidad reunida en ciudades monstruosas donde abunda el espacio y no sobra el tiempo, seremos más, esa es la consigna del apocalipsis, seremos tantos que el semen de uno se multiplicará hasta el limite imaginado, seremos muchos, muchísimos tantos que la conciencia de todos será como la imaginación de la perversión. Los niños del Armagedon crecerán con la vergüenza y la oscuridad de una historia primitiva, de cavernas a media luz donde los clérigos pederastas les daban ostias a las niñas desnudas. La historia decadente de esa cueva a media luz donde unos seres tristes armaban carabinas para matar a sus hermanos en la oscuridad más cruel y precisa de los tiempos sin compañía.
El desastre ya esta aquí. Incubado en la rutina. Sediento de más de lo mismo. Felices los autómatas que no tienen conciencia, los que matan por inercia y hasta sin darse cuenta. Bienaventurados los que no creen en nadie y nadie cree en ellos, serán los asesinos a sueldo los que vuelvan del pecado más grande una virtud de pocos. Cuando el fuego queme las manos de los millonarios las multitudes van a ser las brazas. La ciudad será una ruina, pero el alma y la sangre siempre mancharan las calles con poesía y cuchillos, con balazos anónimos y gritos de mujeres y niños, y suspiros de hombres desencantados con ganas de hacer justicia desde un pulpito. Palparan en el silencio el frio de los muertos que respiran lejos de su cuerpo, doblemente muertos en la risa de los continentes donde no llegaran las noticias de este pueblo. Hay quienes profetizan un paraíso cibernético, esos son los imaginarios, los que abrazaran la muerte mucho antes que caiga la primera bomba del futuro. Somos como la multitud, somos como mucha gente reunida, somos como tanta humanidad reunida en ciudades monstruosas donde abunda el espacio y no sobra el tiempo, seremos más, esa es la consigna del apocalipsis, seremos tantos que el semen de uno se multiplicará hasta el limite imaginado, seremos muchos, muchísimos tantos que la conciencia de todos será como la imaginación de la perversión. Los niños del Armagedon crecerán con la vergüenza y la oscuridad de una historia primitiva, de cavernas a media luz donde los clérigos pederastas les daban ostias a las niñas desnudas. La historia decadente de esa cueva a media luz donde unos seres tristes armaban carabinas para matar a sus hermanos en la oscuridad más cruel y precisa de los tiempos sin compañía.
2 comentarios:
"Somos como la multitud..."
Muy parecido al tema del poema más famoso de Walt Whitman, ídolo de la poesía estadounidense. Interesante post.
Me gusta Walt, pero solo he leído algunos poemas suyos y el más famoso todavia no. Gracias por su comentario Trudy, me gustaria el nombre del poema que cita. Saludos.
Publicar un comentario