miércoles, 19 de mayo de 2010

A UN MILLON DE AÑOS LUZ DE CASA (al planeador de Cerati)


Les cuento que estoy llorando. Mi llanto y oración llega hasta el centro docente La Trinidad, que es el lugar donde uno de los genios de la música de mi generación duerme entre cables y sensores. Recuerdo a Gustavo Cerati al final de su carrera, el champaña y los abrazos de amigos al borde de la gloria. Se lo merecían por haber legado al mundo un sonido finísimo de percepciones musicales. Confort y Música para Volar podía ponerme a tono para cualquier riesgo en la vida. He cantado tantas canciones de Soda Estereo en el bus, en la calle, en las avenidas, en la cárcel, en la cama con ella, en la ducha, en un bar con una cerveza mística, en esta que es también una ciudad de la furia. Me duele el estado de Cerati. Soy sentimental y qué. No lloro por cualquier cosa. He llorado al final de un texto de Flaubert. He llorado al final de un texto de Javier Payeras, con la maravilla del mundo, y las cosas sencillas que no se compran. Es raro que algo me conmueva, los que me conocen bien lo saben. Pero desde que se anuncio la noticia del estado de este maestro, sabia que no iba volver a ser igual nada. Las premoniciones son una conexión galáctica de estaciones referenciales con el universo. Eso creo. Alguno por ahí tal vez recordara una borrachera en La Caseta cantando Disco Eterno o Cuando pase el Temblor, y los años y los recuerdos se queman y se vuelven fósiles o diplomas pegados con goma en las paredes. Espero que Cerati vuelva, de un millón de años luz a casa.

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Cuando pase el Temblor, Soda Estereo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es lo mismo que sentí al ver hoy el msn. El mismo pensar, el mismo sentir, el mismo pesar por él ícono que formó parte de nuestra generación.......vive en nosotros, no desaparece al irse, vive en sus canciones...en la forma en que lo recordemos. Quizá es sólo una falsa alarma. Esperemos que si.
Con cariño para ti Gustavo.

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