************ Dylan Thomas
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Debo aceptarlo con humildad, conocí el Jazz con El Perseguidor, de Julio el cronopio. Recuerdo que desde que Dédée empieza a moverse por ese cuarto con su vestido rojo “como un coagulo repugnante”, quise Paris, y luego Johnny y sus hermosísimos descuidos y su llanto frente a Bruno donde hablaba de dioses y de caballitos amarillos. Era para correr a la ventana y ver la luna mientras se escucha algo de Miles Davis. Talvez tenga que hablar de cómo perdí Kind of Blue. Sólo lo dejé como alfombrando un rompimiento. Casi vivíamos como si fuéramos algo más que simples novios, esto lo intuye uno cuando la mujer se encabrona tanto que uno actúa como un marido responsable y no habré la boca hasta que pasa el tornado. Yo, que soy negro, me confundo con la noche y salía hacía algúna esquina oscura como araña perseguida. Y luego de cada pelea me iba a fumar al patio mientras oía ese disco de Miles. Luego regresaba y, como si fuera una pomada, el disco había hecho su parte y ella estaba de un humor tan gracioso que terminábamos durmiendo abrazados luego de hacer el amor oyendo So What. Pero una vez hechas las paces resurgían nuevos celos, nuevos vicios, y todo se iba al carajo con excepción del disco de Miles que yo conservaba en una repiza como cuando uno guarda una medicina.
Ahora, luego de cien noches, siento que me hace falta oír algo Miles Davis, luego de una pelea, luego de todo, y solamente tengo unos discos de José José, un Wisky y una pregunta ¿qué estará haciendo ella en éste maldito momento?
Ahora, luego de cien noches, siento que me hace falta oír algo Miles Davis, luego de una pelea, luego de todo, y solamente tengo unos discos de José José, un Wisky y una pregunta ¿qué estará haciendo ella en éste maldito momento?
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