Luego de una lluvia bendita de tres o cuatro horas, desde
las ventanas parecía que no era un día para el evento llamado infinitamente La
Nuit Blanche. Yo, que por tantos hilos de la fortuna amo la literatura francesa
y que algunas confunden con un deseo ciego por caminar por Champs-Élysées; fui
a caminar, no por esos campos lejanos y extintos del mejor glamour existencial
y llenos de restaurantes carísimos y vitrinas fúnebres, sino a esa calle
sencilla y real donde queda, entre otras maravillas, el Museo del Niño.
Primero que
nada, había un tráfico vial que invitaba a caminar. Caminé desde la Avenida
Reforma, pasando por el extrovertido Reloj de Flores y me adentré en los arcos
que delimitan parte del zoológico La Aurora y el aeropuerto que lleva el mismo
nombre de esta mítica finca. Al llegar ya había dejado de llover, y me sentí
transportado a una feria, a una gran fête. Al entrar a la Alianza Francesa
donde tengo tantos amigos bohemios y urbanos, me recibió Elizabeth B. con una
degustación de un vino francés. Hablamos viendo los corto-metrajes, luego
fuimos al museo de arte moderno que para mi es uno de mis favoritos. Ya saben
todo lo que uno puede sentir viendo un cuadro, golpeando el iris. Me gusta
comentar eso. Magda Eunice por ejemplo, es todo un tema. Pero el museo al que
no había ido jamás, era el de Historia Natural.
Lo que me
pareció extraordinario fue ver a familias enteras admirándolo todo, niños,
adolescentes de colegio comiendo o bailando en la calle, personas adultas y
otras más adultas, disfrutando de un momento en esa república de la libertad y
el arte que se había vuelto esa calle después de la lluvia. Una señora detrás
de mi le comentó a sus hijas “les parece que no hay frío, la noche se puso
tibia”. En efecto, la noche terminó
siendo perfecta.
Había
exposiciones de pintores en las afueras de la Alianza Francesa, además de las
actividades de la municipalidad, que colaboraban con el orden y la seguridad
del lugar. Un mundo así queremos, pensé.
Luego de todo, había buses para los que íbamos de peatones
disfrutando de los placeres de la pobreza, el aire fresco, los shucos, el paisaje nocturno de un
momento que realmente se hizo con algún deseo universal de inteligencia.
La nuit blanche, traducido quiere decir una noche sin dormir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario