La literatura, la
poesía, la forma de ver el mundo, mi forma de interpretarla, no estaría
completa sin la maravilla de haber leído a varios mexicanos ilustres. Una verdadera cadenita, ya lo sé, de Octavio Paz, quién me sentó de una
palabra y me dijo quién era yo, a Juan Rulfo y de este a Carlos Fuentes.
No voy a pecar de voraz y decir que he leído todo lo que escribió Fuentes, diré que me ha gustado mucho la relectura de Aura,
Cambio de Piel y Terra Nostra que según una nota de prensa indiscreta de
Gabriel García Márquez, la escribió con un solo dedo, su
dedo índice que tecleó más de setecientas páginas de esa novela que
ahora mismo alumbro con mis ojos. Precisamente ayer, cuando aún no sabía
esa noticia terrible de su muerte, me sumergía en un ensayo sobre Terra
Nostra que me dejaba con ganas de llegar a ser un escritor de esa
talla, luego de haber escrito sobre todo una temporada de la Edad Media a
la Edad Moderna, exorcizar el pasado y volverlo ahora si presente, para
saber quiénes somos y porqué estamos en la cresta del Ahora.
Ha muerto Carlos Fuentes, en éste plano fisico. No lo puedo creer. Ayer apenas oía una de sus declaraciones sobre la angustia terrible de que gane la presidencia un inexperto como Peña Nieto. Carlos Fuentes, ese muchacho que escribía envuelto en nicotina y los Beatles.
Cuando leí Cambio de Piel me pareció que Julio Cortázar y él eran los descubridores del elixir de la eterna juventud, la Piedra Filosofal. Luego se les agregó Gabo, al que tanto quiso Fuentes en esos años cuando nacía el cine en esas tierras. Solo puedo decir, que uno de los grandes maestros de la palabra y mesura en México es Carlos Fuentes, otro escritor más que como todos se van uniendo a sus obras en la eternidad, es decir no mueren, resucitan en las palabras.
Carlos Fuentes me presentó a un gran bebedor, un escritor de monstruos, William Stiron, colgué una frase suya en mi libro. Ya ven que todo es una cadenita. Latinoamérica esta poblada de voces que se multiplican en ecos. Sigo leyendo Terra Nostra, porque los grandes no mueren, continúan, solo cambian de piel. No podía ser otro día el que Carlos Fuentes nos hiciera esa broma final, que hoy, el día del maestro en México.
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Publicado en Revista Fashgt
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foto. http://2neweb.com
Ha muerto Carlos Fuentes, en éste plano fisico. No lo puedo creer. Ayer apenas oía una de sus declaraciones sobre la angustia terrible de que gane la presidencia un inexperto como Peña Nieto. Carlos Fuentes, ese muchacho que escribía envuelto en nicotina y los Beatles.
Cuando leí Cambio de Piel me pareció que Julio Cortázar y él eran los descubridores del elixir de la eterna juventud, la Piedra Filosofal. Luego se les agregó Gabo, al que tanto quiso Fuentes en esos años cuando nacía el cine en esas tierras. Solo puedo decir, que uno de los grandes maestros de la palabra y mesura en México es Carlos Fuentes, otro escritor más que como todos se van uniendo a sus obras en la eternidad, es decir no mueren, resucitan en las palabras.
Carlos Fuentes me presentó a un gran bebedor, un escritor de monstruos, William Stiron, colgué una frase suya en mi libro. Ya ven que todo es una cadenita. Latinoamérica esta poblada de voces que se multiplican en ecos. Sigo leyendo Terra Nostra, porque los grandes no mueren, continúan, solo cambian de piel. No podía ser otro día el que Carlos Fuentes nos hiciera esa broma final, que hoy, el día del maestro en México.
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