Recientemente, en el taller Poesía para Armar, que imparten Luis Méndez Salinas, Vania Vargas, y Carmen Lucía, hablaron en un principio de la significación de la palabra poesía y me quedó claro que vamos avanzando pues no tenían una respuesta concreta hasta avanzar en un breve y profundo estudio de poeticas transholográficas, y ese es un buen signo con algo tan ready-made. Luego, el compromiso de un escritor: si no estas dispuesto o dispuesta a jugarte el as bajo la manga con los ojos cerrados ni lo intentes, bien dicho por ese chico ebrio y genial con nombre medio ruso: Bukousky. La poesía es un ejercicio para suicidas. Y bueno, tenía que llegar Cortazar más alto que un libro y más presente que nunca como un muerto en Montparnasse, con el capítulo 68 de Rayuela en la voz de Diego Sobral (integrante de esa fauna de nomadas mentales que habitan en donde uno menos lo espera). Me quedé con la armonía del giglico, protoidioma imaginado por Cortazar y la señora Dunlop, y que ahora yo reproduzco en mis palabritas para Norma Chamale:
Es como anegar el malvacaudal subirizándolo hasta trasagar sin freno el himen cortaduplicado hasta aglutinar el cenzontle del alma y valmaparar la cofia hipertensa antes de primerduplicar el orgasmo así sendero luminar el pezón antes de lamercumbiar el círculo doble sin parametrizar las hiperdermis estranguladas por el falomillo herculizado hasta mamarmilar el último labio besolumiendo carnosamente himno tras himno conquejosamente gritoluciferando paradójicamente interna cinturizando la quejumbre hasta lambada deliciosa sin abretujar el paladar del vientre/ cariciar cariciar el umpalo sin freno como metaforizar lamiendo y relamiendo hasta sostener la carundia y perdular el mistelo, sonriendo, sin ninguna falfalalia, hasta que vuele la espalda y los gluterios se contraigan en golpecitos tras escrotos y glandiosos ufanales magolóbicos:
¡Voila!
¡Voila!
parpaduplimiendo las rodillitas con cuñas y heliótropos hasta calcinar ombligos electrolibiosamente entre los hongurios humificantes de la boca ovarífala donde gurguñen los misfos silentilévolos que tralalean el eje de los gritos suplicio tras suplicio hasgómitamente cogiendose uno de otro y otro de uno con engranábolos íntimos que se conectaban erizando el pétalo pulposo de las algas.
¡Voila!
¡Voila!
parpaduplimiendo las rodillitas con cuñas y heliótropos hasta calcinar ombligos electrolibiosamente entre los hongurios humificantes de la boca ovarífala donde gurguñen los misfos silentilévolos que tralalean el eje de los gritos suplicio tras suplicio hasgómitamente cogiendose uno de otro y otro de uno con engranábolos íntimos que se conectaban erizando el pétalo pulposo de las algas.
-
¡Nos vemos allá en Poesía para desarmar pues!
Acá video sobre noticias de Marimbas del Infierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario