Golpe con golpe yo pago, beso con beso devuelvo,
esa es la ley del amor que yo aprendí.
Cancion Popular
Hace apenas una semana iba manejando mi bicicleta –una montañesa veterana de dos dueños, que le compré a un compañero de trabajo por la mitad de un sueldo. Iba pensando en las posibilidades infinitas de que tuviera un accidente, en el tiempo preciso para que una camioneta se subiera a la banqueta y me llevara como a cualquier cosa, en el tiempo exacto en el que un automovilista ebrio virará y me lanzará desmemoriado contra un poste de luz. Y paso ayer eso que temía. El tiempo preciso es indoblegable. Iba por la sexta avenida de la zona 4, pasándome del lado izquierdo a derecho precisamente frente al hotel Cortijo Reforma, cuando vi un Pic Up con las luces altas que se detuvo en un cruce de calle y, pensé, tuve la certeza que podía cruzar, y que, como en otras veces, el piloto se detendría ansioso mientras pasaba el molesto ciclista. Pero aceleró. Recuerdo que sentí algo parecido al pánico porque grite ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOO! No recuerdo nada más que, tratando de volver en sí mientras estaba conciente de estar tirado a media calle buscando la banqueta casi arrastrándome. De algún lado llegaron personas que me prestaron ayuda. Recuerdo que les pedí sentarme porque sentía que mi cabeza era un globo que iba creciendo y que podría explotar en cualquier momento. Recuerdo también a unos señores, teléfono en mano, llamando una ambulancia; vi a un hombre de playera blanca –no recuerdo los rostros –con mi bicicleta en las manos y a otro que, mientras me iba pasando el susto, me levantaba para llevarme al otro lado, el lado donde el conductor del Pic Up, me esperaba y esperaba también su placa delantera que salto en pedazos. Antes tengo que decir que nunca me había pasado algo semejante, pero imaginaba eso con más nostalgia, quizás solo, pero al contrario, hasta unos señores que disfrutaban de cervezas Gallo salieron a apoyar al chico accidentado. Pasa de todo. El conductor del Pic Up era un hombre maduro pero juvenil, alto, consternado, que esperaba ya con alguien de su empresa, sabio y experimentado en accidentes quizás más catastróficos que el mío. Hasta entonces mi accidente era catastrófico porque nadie podía estar seguro hasta que punto estaba lastimado. Tenía una contusión grave en el pie izquierdo que me impedía mantenerme en pie, un gran chichón en la cabeza, inmediato y desmedido. Todo se arregló, yo deje que las cosas siguieran el curso de lo que iba pasando. Me subí al Pic Up, y se ofrecieron a llevarme e irme a traer de la Exposición de FOTO30, a la que aún quería ir. Reaccioné al recordar los síntomas de una contusión grave. Me llevaron a mi casa. En el camino, me di cuenta que necesitaban tener mis datos por si desmayaba. Ellos a su vez me fueron diciendo que me iban a restaurar la bicicleta y se iban a hacer cargo de los gastos del médico al otro día. Me enteré que el conductor era ingeniero de una empresa de seguridad (nombre que prefiero no difundir por razones éticas) y que estaba muy preocupado, porque también había sido la primera vez que le pasaba algo tan bizarro. En cambio don Luís Cabrera volvió ameno el viaje. Le conté que escribía, que acababa de ir a dejar el borrador de ZOO-í-(Lógico), que iba para FOTO30 en la Alianza Francesa, todo eso que viene detrás de la confesión, las bromas y al llegar a casa, con dos calmantes, un Gatorade y la promesa de que todo se arreglaría, terminé llorando, dando gracias, pidiendo perdón a todos y esas cosas después del shock. Al otro día, por la mañana llegaron por mi, don Luis Cabrera y el doctor de la empresa. Luis, me preguntó por el nombre de mi blog porque me dijo que de seguro tendría algo que escribir algo sobre eso. Le dije que talvez. Pero lo que más me conmovió, y esta es la moraleja del cuento, mis amigos lectores –porque ahora si les estoy escribiendo yo–, es que no había tal FOTO30 ayer, porque no era dos de septiembre, me había adelantado un día. La fecha es hoy.
Confesión Final
Estuve cerca de la muerte. Eso no es nada del otro mundo. Se siente que uno se va sin despedirse de todos, eso si, ya no hay tiempo. De ahora en adelante prometo portarme bien, no creo que me vuelva abstemio porque borracho nunca me hubiera pasado eso, ya otras veces lo he comprobado; talvez me vuelva paciente, un retiro a fin de año al DF, unos cuantos shamanes por los caminos de Castañeda, en fin, talvez voy a dejar de sentirme inmortal.
Lester Oliveros Ramírez
Confesión Final
Estuve cerca de la muerte. Eso no es nada del otro mundo. Se siente que uno se va sin despedirse de todos, eso si, ya no hay tiempo. De ahora en adelante prometo portarme bien, no creo que me vuelva abstemio porque borracho nunca me hubiera pasado eso, ya otras veces lo he comprobado; talvez me vuelva paciente, un retiro a fin de año al DF, unos cuantos shamanes por los caminos de Castañeda, en fin, talvez voy a dejar de sentirme inmortal.
Lester Oliveros Ramírez
guate-mala 2/09/09
7 comentarios:
qué bueno que estás bien compapas, cuidado pues, q estés bien.-
q conmocionante tu relato...saludos, ya me volví tu lector.
ve donde el doctor, mi tio murio asi desúes de un año de lastimarse la cabeza.
Maestro es la primera vez que te leo, me gusta mucho tu nota. Valió la pena el desvelo, mañana hay que trabajar. Buena onda.
Para el día Lunes tengo programado un Scanner de tomografía en el Centro Medico, la gente esta es israeli-guatemalteca, me dejaron la bicicleta casi nueva, me regalaron un casco muy cool, me compraron las medicinas para el esguince, y pues, el ingeniero me mando una pluma con mi nombre, que dizque para que escriba... pero la voy a guardar de recuerdo, de esos golpes de la vida que me han devuelto la cordura y la humanidad.
Amigo anonimo, que buena noticia, precisamente estaba pensando en morir dentro de un año, como Jesus, tengo 33 ahora. Es broma, estoy en tratamiento.
Gracias a todos mucha, virtuales son mas reales. Gracias de nuevo, Julio, Mariano y algun otro compa.
Válgame Lester, mire lo que le fue a pasar! Que barbaridad. Cuídese pues es la verdad más grande que ha descubierto, nadie es inmortal y la vida es sumamente frágil. Que bueno que sobrevivió para contar el cuento.
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