miércoles, 7 de agosto de 2019
martes, 16 de julio de 2019
UN POCO DE HISTORIA en CONTRA de un TUIT.
Nunca, en la historia de Norte América se presentó un retrato
tan distorsionado de un jefe de gobierno. Tantas contradicciones solo podrían
reflejar la imagen distorsionada de un presidente, que vocifera como bárbaro
pero en el fondo pelea con estrategias del kindergarten.
Desde que Américo Vespucio le diera nombre a este territorio
del planeta, miles de colonizadores europeos y asiáticos, se asentaron al norte
donde el clima era afín a ellos. Se empezó entonces una tácita y reciproca búsqueda
de libertad lejos de las brutalidades del viejo continente. Así llegó
Washington a esos llanos de América que debían
ser liberados completamente del brazo de los ingleses y que fuera una tierra de
oportunidades para la gente de todos lados. Buscar la independencia de las colonias
frente a Inglaterra y que se repartiera el territorio entre hombres libres y
mujeres independientes. Entonces llegó Lincoln y abolió la esclavitud y se fue
construyendo el espíritu noble, que engrandece a personajes como Thomas
Jefferson, Andrew Jackson, y Benjamín
Franklin.
Todo eso no hubiera sido posible si la voz plural de gentes
de todo el mundo conviviendo en un solo espacio predispuesto. 220 años después aparece
un blancote sin gracia, pan rancio, sin pelo, sin vergüenza, sin educación, sin
caballerosidad, sin decencia, con una rabia incubada desde quién sabe qué
siglos de barbarie, contra todo aquel que no se le parezca mínimamente por lo
menos en el color de la piel. Una antítesis, ni mandada a hacer, de lo
construido por Kennedy y Clinton. Ni
Georges Bush, que para esos años les parecía repugnante a todos, este señor les
va producir una apoplejía, por sus desmanes y refinada vulgaridad aristócrata. Por
sus abusos a las mujeres, y su falta de principios cuando está en televisión. Uno
se pregunta, si así se expresa cuando esta al
aire, qué no dirá cuando esta tras la puerta del Despacho Oval con sus
iguales.
Esta reflexión nace del
tuit de Trump en contra de las mujeres demócratas, y que de manera
solidaria respondiera la congresista Norma Torres. Respeto su valentía de indicarle
con calidad y potencia, y hasta con demasiada educación (que este macaco albino
de corbata roja no merece). Todo esto con el trasfondo de las redadas
multitudinarias que han empezado de forma retrograda en varios estados, solo
dan pie a afirmar la falta de humanidad que representa al máximo este estado
republicano, como si el retroceso solo defendiera más la idea de que se están atrincherando
de nuevo entre hierro y concreto los fantasmas que acosaron a los primeros estadounidenses.
martes, 4 de junio de 2019
CARTA AL PADRE
Tú
sólo puedes tratar a un niño de la
manera
como estás hecho tú mismo.
Franz Kafka, Carta al Padre.
En primera, y sin rodeos, te
quiero pedir disculpas. Creo que lo único que quería era que comprendieras que
te equivocaste un poco demasiado. La contradicción de sustantivos es para
matarse de la risa. Lo siento mucho, un poco más por tu familia que no tiene,
ni tendrá, mucho que ver con mis rabietas de chavo-ruco. Ya todos estamos
mayorcitos, y es una lástima que mi reacción haya sido por ese lado tan vulgar.
Es algo
freudiano contender con el padre, o discutirle serios actos en su
comportamiento. Lo mismo, y tal vez, un poco más acentuado, tuvo que ser con mi
madre. Siempre he tenido desconfianza por todo mundo, ya te imaginaras la
crítica feroz que he entablado con la familia de mi mamá, que a fin de cuentas
ha tratado solamente de sobrellevar una determinante batalla contra la pobreza,
y descuidaron la ciencia y el buen entendimiento, esa certeza social de la cual
provengo llena de limitaciones, que para mí no fueron tan superlativas. Y esa crítica me la aplico a mi mismo a
diario, no podría ser de otra forma, que no obstante, es de una lógica tan
descarnada que tengo (yo mismo) que disculparme a diario, también, por mis
errores y defectos.
Te pido
disculpas, una a una, porque la vida misma nos enseña que no hay líneas rectas
en el ser humano, del punto A al punto B, hay un zigzag de posibilidades.
Espero que comprendas, esta breve nota al pie de mis corajes. En el fondo solo
he querido hacer literatura, y proponerme un nuevo horizonte, que no se repita
la blasfemia social, pero al fin y al cabo, todo tiene que ver con uno mismo.
El fin del mundo es puramente individual.
Un abrazo
cordial para todos.
jueves, 30 de mayo de 2019
Historia de la Guillotina y algunos silogismos altamente salvajistas.
Qu’ilsmangent de la brioche!
Maria Antonieta
de Austria.
-
Sería imposible deducir que un
cirujano y un fabricante de arpas la inventaron. Pero así fue, por orden de un
flamante diputado francés, que buscaba que los condenados sufrieran menos. Que
amable el muchacho. Pero en realidad estaba buscando cortarle la cabeza a Luis
XVI, y a su extravagante esposa María Antonieta de Austria, que aparentemente
quería compartirles pastel a los pobres, pero por allí las malas lenguas…,
pues, dijeron que ella los estaba insultando. Su cabeza fashion rodó con el
famoso artilugio inventado por la revolución.
-
El negocio no el agua, es mantener los ríos
contaminados.
-
El negocio no es la incautación de Coca, es la
secreta estrategia de su devolución al mercado negro, como si hubiera sido
incinerada.
-
El negocio no es el fuego, es inventar que se
quemó la droga.
-
El negocio no es el dinero, es la fabricación de
billetes de plástico y su reimpresión continua.
-
El negocio no son los productos alimenticios, es
el hambre.
-
El negocio no es la construcción, es la
intemperie de los hombres desamparados a su suerte.
-
El negocio no es la captura del ladrón, el negocio es la inseguridad.
-
El negocio no es la fabricación de medicina, el
negocio es la infección.
-
El negocio no son los hospitales, el negocio es
la vergüenza de los que no pueden pagar un sanatorio.
-
El negocio no es el gobierno, el negocio es el
poder.
-
El negocio no es la política, son los
privilegios.
-
El negocio no es la corrupción, es el silencio
de las piedras.
-
El negocio no es el muro, es que siga existiendo
la frontera.
miércoles, 22 de mayo de 2019
Sobre el arte de incomodar
Últimamente he pasado la mayor
parte del tiempo aprendiendo matemática. Ya sé, no soy un riguroso estudiante
de los números, pero algunas ecuaciones que han rodeado mi vida, recurrentemente,
en sueños y en visiones, se parecen mucho a las organizadas letras y números revelados
por Einstein, Yang-Baxter o Dirac.
Con solo asomarse, a la ventana
virtual de la matemática, nos enteramos con cierto abatimiento, que nuestros
profesores no nos enseñaron nada práctico. En los años de la primera escuela,
recuerdo que hacía las tareas solo para ganar el punteo necesario para el
examen, la matemática en particular, me parecía densa, no tenía ni idea para
que pudiera servirme en la vida. Fue, hasta quince años después, que leyera el
libro de Malba Tahan (que era de origen brasileño, no árabe, con nos hizo creer),
que entendí que los números quebrados surgían del simple corte de un queso, o
la repartición de un pastel de cumpleaños. Julio César de Mello y Souza, fue su
verdadero nombre, y nunca conoció el desierto del Medio Oriente, pero
describió, para mí, la sencillez con que hubiera querido que me enseñaran las
ciencias exactas.
Se vería ridículo que los padres
de ahora intentaran acercar a sus hijos a la matemática cuando van al mercado
por las compras, o comiencen la cena preguntado por las tablas de multiplicar, o
las medidas de capacidad o volumen. Casi un martirio para los nuevos niños acostumbrados
a las calculadoras y el IPhone. Pero
hubo un tiempo en el que los pequeños iban a la escuela con una pizarra y
debían memorizar toda una explicación en poco tiempo, ya que la siguiente clase
requería que la pizarra estuviera limpia para escribir nuevamente. Mi abuela
materna me lo contó, y podía ver que ese sacrificio le hizo eficiente para
hacer cuentas en aire, y resolver cualquier problema numérico sin problemas,
con solo haber estudiado hasta tercero primaria.
Pero, qué hay de las inescrutables
ecuaciones de triángulos, letras y signos. En qué momento se adelantaron tanto
los cálculos, hasta hacer incomprensibles signos de letras griegas y números repetidos.
Qué hay de esas escenas del genio que termina escribiendo en el vidrio de la
ventana, de su cuarto de universidad. Se puede creer en la exactitud de una
pizarra llena de garabatos. Aclarar de cómo Einstein resolvió uno de los
grandes misterios de la física, eventos que para nosotros pasan desapercibidos,
como la densidad de la materia con relación al tiempo. Cómo se puede escribir
una simple onda variante de una piedra tirada al rio.
Tan poético todo, como los algoritmos
de facebook para vendernos algo, con información de nuestros gustos; incluso a
qué amigos visitamos con mayor frecuencia y desvanecer los post de los demás.
No les parece que eso también es poesía.
martes, 19 de febrero de 2019
LA MUERTE MODERNA
Uno los ve esa mañana recién bañados, plenos de madurez y determinación. Quizá usted haya hablado con ellos en la mañana, y por la tarde la confidencia de que murieron. No puede ser, pero si yo baje las gradas hablando con el sobre proyectos para el futuro. Pero si lo saludé la semana pasada en una librería. Pero si yo mismo lo vi dar misa en Catedral. Pero si estaba jugando Golf con nosotros en el green. Pero si era una payasa y siempre estaba bromeando con la muerte. Pero si nunca se quejó de nada.
Y así, uno se sorprende que la gente se esté muriendo de tan buena salud. Y todavía más sanos, los que pueden caminar, correr, treparse una baranda, y soltarse al vacío.
Es que es extraño como cambian los tiempos. Antes se necesitaba caer en cama enfermo de gravedad. Quejarse. Hacer todo un drama, cambiar de animo con la cara demacrada y los ojos hundidos. Ya hasta parece que la muerte ya no es la que los mata.
miércoles, 13 de febrero de 2019
SOBRE UNA FRASE A MEDIA CALLE
De
niño jugaba con fuego.
Era hipnótico ver pasar las
llamas
por los dedos.
El fuego era como un aire de colores calientes,
que si en verdad
quemaban
era por olvido.
Confiar en el juego
era perderse en el malabar,
que si bien uno engañaba al
ojo
la mano era sentenciada al
abismo.
No he vuelto a ver un fuego
como el de cuando era niño.
Si ahora meto la mano al
azar
de seguro apago las
llamas
con la memoria.
con la memoria.
miércoles, 30 de enero de 2019
Humberto Ak´abal/ (el tiempo es lo de menos)
Este
Humberto, lo recuerdo sentado en la silla de madera de la librería Soluna, tomando café y contando chistes
domésticos a la par de Megan Thomas. Luego, muchos años pasaron…, pero de nuevo
coincidimos accidentalmente en una librería de viejo, en la que intentaba, con
cierta suerte, aconsejar a un librero novato a punta de bromas persuasivas. Eso
fue el año pasado, eso fue hace un rato. Dan ganas de regañarlo por haberse ido. Cuando muere un enorme poeta pareciera
que no se pudiera pronunciar la muerte.
Creo que fue
en esa librería que les cuento, donde estaba impreso en un buen papel ese poema
suyo:
De vez en cuando
camino al revés:
es mi modo de recordar.
camino al revés:
es mi modo de recordar.
Si caminara sólo hacia delante,
te podría contar
cómo es el olvido.
te podría contar
cómo es el olvido.
Le logré hablar, un poco porque a mí también me paso la misma historia
que al librero novato, andaba en la luna; y entonces Don Humberto me dijo en
pocas palabras, que era tan sencillo poder aconsejar una buena lectura media
vez uno tuviera curiosidad y tiempo. En
ese periodo, él estaba estudiando en la Alianza Francesa y me dio la receta
para aprender un idioma, que no he olvidado nunca:
-
Apréndete una palabra diaria – me dijo, y siguió
leyendo sus escritos.
Estuve
presente en la Alianza Francesa, la noche que presentaran uno de sus libros más
singulares, El Guardián de la Caída de
Agua, y lo oyeron muchos saludar en lengua maya Quiché y leer poemas tan
originales como Canto de Pájaros (el
cual consta solamente de sonidos). Estaba tan feliz porque muchos de sus
familiares cercanos estaban allí con él, y se le hizo imposible no conmoverse
hasta el sollozo.
Le gustaban las librerías, sentarse por allí a hojear el tiempo, y
mejor si era en una de libros usados donde se encontrarían tesoros derrumbados.
En Soluna además, se podía uno servir el mejor café del mundo a un precio
insólito: gratis. A la par quedaba la Bodeguita del Centro y los miércoles era
un hervidero de personajes, ya que se comenzaban las bases para los modernos
conversatorios sobre los acuerdos de paz, y espacios para la lectura de poesía.
Desde la zona 5 aparecieron tres poetas. Luis, Julio y Simón. Lograron
un recital y mi primera actividad poética fue ser en encargado de sonido.
Akabal estaba en el recinto y mencionó que los muchachos todavía tenían
reminiscencias románticas. Para que más, estos chavales anduvieron en carreras
para que les aclara el punto, que jamás se aclaró. Ya cada uno encontraría sus
respuestas y saldrían dos buenos libros: El
megadroide Morfo contra el Samuray Maldito y Octubre Hidroscópico.
Luego Humberto se fue a Europa, se consagró como poeta. Hizo su trabajo
y las traducciones a varios idiomas llegaron. Se negó a aceptar el premio
Miguel Ángel Asturias en un arrebato de esos en los que uno después se
arrepiente, pero ya para qué.
Hace unos cinco años. El tiempo es lo de menos. Llegue a Momostenango.
Iba trabajando como encuestador y llegue a Momos. Creo que ya lo dije. Me senté
a ver el parquecito en una banca de una farmacia donde hacía sombra.
-
¿Qué tranquilo esta el pueblo, siempre es así?
–le pregunté al encargado.
-
Sí, siempre es así, pero ahora es todavía más
tranquilo, porque ayer lincharon a un bandido que se estaba robando las
gallinas de una señora de allá a la vuelta –me respondió sin que le temblara el
alma.
-
¿Si conoce a Humberto Ak´abal? –pregunté cambiando
el tema.
-
Claro que si, el poeta. Vive allá abajo, se va
por aquella esquina y luego a media cuadra.
Me dieron ganas de ir a saludarlo. Pero el tiempo es lo de menos, y la
memoria es la importante. Así que pensé que me estaba poniendo muchos peros, para darme cuenta que ya era
tanta gente la que él conocía, que de mi no creo que se acordara tanto; tal vez
haciendo memoria, recordando uno o dos detalles, y luego, por cortesía decir
que sí, que uno se acordaba ya de todo. Mejor me bajo de la nube antes de que
se evapore, pensé.
viernes, 30 de noviembre de 2018
Edom
Tus manos cordilleras
tus pechos vitales
como la primera letra
de un abecedario astral.
En cuanto a mi edad
siglos largos de nombres largos.
Sin agujas de relojes hundidos
deshechas como olivas templadas
la frase final es una telenovela.
He vivido un sueño
desde que nací
en los pies me pesan tus penas
tus calles como palabras
de un diccionario increado.
Tu falta de materia
mamífero infértil
mujer sin calcio ni mosto.
Amor espacial
de sangre interracial.
ישוNARRACIONES EXTRAORDINARIAS /2
ישו
Jesús nació de una forma muy hermosa. Intrigante, pero no
misteriosa, todo estaba escrito. Su padre no tuvo nada que ver en ello. Solo
María y Shejiná[i],
unos eventos sobrenaturales entonces se desatan desde el suelo israelita. Pero
veamos entonces quien empezó esa historia. Allá por el año 765 a.C. nació un
poeta que además era un gran profeta, aunque obliga a insistir como Neruda “que solo la poesía es clarividente”,
pues, se le dio a él la visión y la escribió. Envuelto en la manifestación profetiza:
Por tanto, el Señor mismo os dará señal:
La virgen concebirá
y dará a luz un hijo,
y le pondrá por nombre Emanuel”
– Is 7,14
Fue el primero que lo
vio. Y digo lo vio porque su profecía
es visual. No solo ve a Jesús, también ve a María, la virgen. Y luego dice:
Voz que clama en el desierto:
Preparad camino a Jehová;
enderezad calzada en la soledad
a nuestro Dios. Isa 40:3
Y también, como
sabemos, intuyó a Juan El Bautista. Entonces, ese señor se me acerca y me dice:
-
¿Usted
ya acepto a Jesucristo?
-
Bueno,
usted se ve que tiene toda la buena voluntad del mundo, le digo, pero permítame
contarle que nací en una familia evangélica, y pentecostal, que danzaban y
hablaban en lenguas; al mismo tiempo que sufrían de recaídas insolentes que no
merece la pena recordar. Así que una vez memorice por accidente (risas), este
poema:
“Se alegrarán el desierto y el erial; y el yermo se regocijará y
florecerá como la rosa. Florecerá profusamente y también se regocijará con
alegría y cantará con júbilo; la gloria del Líbano le será dada, la hermosura
del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria de Jehová, la majestad del Dios
nuestro.
Fortaleced las manos caídas y afirmad las rodillas debilitadas.
Decid a los de corazón apocado: Sed fuertes, no temáis; he aquí que
vuestro Dios vendrá con venganza; la recompensa de Dios vendrá; él vendrá y os
salvará. En ese tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos y destapados los
oídos de los sordos. En ese tiempo el cojo saltará como un ciervo, y cantará la
lengua del mudo, porque aguas brotarán en el desierto y torrentes en el yermo…”
-
Ya
veo, que bonito poema, y eso qué tiene que ver con lo que le digo.
-
Permítame
explicarle que es un fragmento de Isaías 35. Donde se profetiza al Mesías.
-
¡En
serio, no lo creo!
-
Abra
su biblia.
Lo hace, busca la cita y se
queda pensando. Entonces le cuento que setecientos treinta y tres años después,
aproximadamente, a un joven le dan el libro de Isaías en la sinagoga para que
lo lea. Escoge el capitulo 61.
“El espíritu de Jehová, el Señor,
está sobre mí,
porque me ha ungido Jehová.
Me ha enviado a predicar buenas
noticias a los pobres,
a vendar a los quebrantados de
corazón,
a publicar libertad a los cautivos
y a los prisioneros apertura de la
cárcel;
a proclamar el año de la buena
voluntad de Jehová…”
Y, como era la costumbre, rebobinó el
libro de Isaías, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la
sinagoga quedaron fijos en él. Entonces este muchacho se levantó, luego de un
silencio que merecía una respuesta, y les dijo:
Hoy se ha
cumplido esta Escritura delante de vosotros.
Al principio no entendieron lo que pasaba. La palabra se
hacía verbo. La profecía era tangible, allí estaba él, a la vista de todo un
pueblo, cautivo y no muy estudioso. Era Jesús. Y luego lo intentaron
desbarrancar, llenos de ira.
-
Ya solo falta que a usted también lo ponga yo
para cachimbazos, después de que además le deje con la historia de que se acaba
de saber que por un tal Dionisio Exiguo, Jesús nació en el año V a.C. O sea nació antes de él mismo.
-
¿Cómo así?
-
Ya ve, eso es lo que no les enseña a ustedes un
predicador.
martes, 20 de noviembre de 2018
הנה אניNARRACIONES EXTRAORDINARIAS/1
A las afueras del Archivo Nacional, una mujer enseña a través de ese
pasaje del Génesis en el que Abraham debe sacrificar a su hijo.
Ella habla acerca de la obediencia, y con este ejemplo intenta dejar en las mentes de lustrabotas y vagabundos, la evidencia de que obedecer a Dios siempre es lo mejor. Ella casi declama, cuando Jehová envía a un ángel, e invalida la orden, ofreciéndole un carnero que se ha quedado enredado en una zarza.
Ella habla acerca de la obediencia, y con este ejemplo intenta dejar en las mentes de lustrabotas y vagabundos, la evidencia de que obedecer a Dios siempre es lo mejor. Ella casi declama, cuando Jehová envía a un ángel, e invalida la orden, ofreciéndole un carnero que se ha quedado enredado en una zarza.
Pero entonces, yo me pregunto, como podrán analizar, estos muchachos,
una historia en la que un Dios ordena la muerte de un niño sin ningún
motivo. Habrá que explicar, los rudimentos de una doctrina, que ha cambiado con
el tiempo, de la barbarie de la ley, a la esperanza de la gracia. Dios mismo ha
ido comprendiendo al hombre a través del tiempo, este conocimiento de los
errores, del carácter humano, de sus faltas, de sus aciertos, hizo con el
tiempo un Nuevo Testamento. Pero en la
época de Abraham, cuando todavía no se habían dictado los mandamientos, todo corría
por cuenta de una voz absoluta, que podía dictar con tremenda arbitrariedad la
vida y la muerte.
Fueron tres días de camino.
Ellos eran más de dos, por los siervos del patriarca, a los que dejó
lejos, ¿por qué? Si nosotros intentamos entender ese extraño pacto, no sería
arriesgado decir que, menos iban a entender los súbditos. Moriah quedaba a tres días de camino, en todo
ese tiempo, Abraham le daba oportunidad al muchacho de recrearse en el panorama.
Desierto y el más encantado yermo donde se aparecían ángeles y
prodigios. Estamos asistiendo al inicio de todo, con el soplo del viento árido
del mar mediterráneo, matorrales y espinos,
levantamiento de dunas naciendo de la arena, terruños ocres que modela
el aire. Los pies cansados de la larga caminata bajo el sol. Luego el
atardecer, la fogata y una pequeña conversación antes de tender las camas
dentro de las tiendas de campaña.
-
Padre mío.
-
Heme aquí.
-
He aquí el fuego y la leña…
-
Ya es hora de dormir, mañana me preguntas lo que
quieras.
El silencio de la reverberación del
aire.
La madrugada se extendió como una sábana de entusiasmo. Por alguna
razón del clima, el sol se extendió sin fronteras y parecía que nunca volvería
la noche. Riendo, Isaac se lavó la cara y comió con su padre la primera ración
del día. Eran lentejas y un trozo de pan. Luego, el mismo Abraham lo consoló
diciendo:
-
No te preocupes, ya vamos a llegar –mientras le
ofrecía un cuenco con agua.
-
No estoy impaciente, me gusta el viaje; no
siempre tienes tiempo para salir. Hasta ahora que conozco esta tierra.
-
Súbete ya al camello, debemos seguir.
-
¿Llegaremos hoy?
-
Ya estamos cerca, si hace buen tiempo y todo va
bien, antes del medio día.
Los siervos nunca preguntaban nada hasta que su señor les hacía
indicaciones. Esa era la costumbre. Todos
estaban intrigados, el viaje no había sido extenuante, llevaban las raciones
necesarias, pero todo parecía precederle la incógnita. Sin embargo, habían
visto a Abraham intentando que todo pareciera un viaje de padre e hijo. Fueron
ochocientos kilómetros, hasta ver la empinada llanura de Moirah.
-
Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho
iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.
-
Así sea –respondieron.
Isaac se puso en camino a la par de su padre. Se ve la diferencia en
los pasos. El niño corre alegré de acompañar a su padre, que ahora lo mira con
oculta devoción. Tu único hijo,
resuena en su mente, a quien amas, Isaac. Mudo, intensamente preocupado y
triste, mira la arena que levanta el viento, siente el calor del desierto y
todo lo recorrido. Hubiera querido que durara un día más, por lo menos, piensa.
Hubiera dado todo porque no llegara ese momento terrible, ese momento preciso de
consumar un crimen. ¿Por qué voy a matar a mi hijo? Dios, eterno y verdadero,
por qué. Tu mente es infinita, tu corazón es de otro mundo. Pero en esta tierra
voy extrañar a mi hijo. Tu hijo, tu
único, Isaac, a quien amas. ¿Cómo me voy a olvidar de todo? ¿De qué tamaño
será mi culpa? ¿Qué le voy a decir a Sara?
-
Padre mío.
Y él respondió:
-
Heme aquí, mi hijo.
-
He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el
cordero para el holocausto?
-
Dios se proveerá de cordero para el holocausto,
hijo mío. ¿Esa era tu duda anoche?
-
Si.
-
Ya verás cuando lleguemos –le dijo, en un tono triste, tratando de no pensar en el filo del cuchillo, ni en lo haría con él.
Isaac empezó a tener una pequeña desconfianza, una espinita, que solo
fue disipándose con la esperanza de un cordero que su padre tendría preparado,
ya que se lo dijo con una seguridad probada a través de los años, no solo con
él, sino con su madre, a la que Abraham podía tranquilizar con una simple
mirada. Pero de todas formas, Isaac oro a Dios y le entregó también su
confianza, diciéndole que tanto camino debería ser recompensado con un cordero
para el sacrificio.
Al llegar, Abraham edifico un altar, compuso la leña, y sin decir
absolutamente nada, ató a su hijo. Lo cargó, sin que se quejara por nada y lo
acostó sobre la leña. Esté siguió callado, cerró además los ojos, no para orar,
sino para dejar de ver a su padre conmovido, clamando, mientras acercaba más
leña y la ordenaba a su lado, listo para encenderla, luego del sacrificio. Y
extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollarlo.
Al levantar el rostro por última vez, oyó voces que decían su nombre.
Es mi angustia, se dijo. Pero entonces, Isaac abrió los ojos y advirtió a su
padre con la mirada. Fue cuando Abraham
vio al ángel de Jehová gritando su nombre.
-
¡Abraham, Abraham!
-
Heme aquí.
-
No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le
hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu
hijo, tu único.
Entonces desamarró a Isaac y este lo ayudó a destrabar al carnero que
luchaba por soltarse de unas ramas.
-
Antes ofrezcamos el sacrificio, y tu vas a
sacrificarlo en agradecimiento –ordenó Abraham a Isaac, que lo miraba comunicándole
su entusiasmo.
-
Padre mío, yo te ayudo a subir el carnero.
-
Amarra sus patas, ves es cuerda.
-
¿La misma con la que estaba atado de manos? –preguntó
Isaac, como si quisiera que todo pareciera menos grave.
-
Si, hijo, esa –respondió Abraham, al punto que
encendía una tea y la empujaba bajo la leña.
La sangre del carnero goteaba de las piedras en abundancia. Las
llamaradas fueron creciendo y los leños tronaban junto con la carne
carbonizándose. Isaac se arrodillo y dio gracias. También Abraham lo hizo,
luego de oír una promesa de Dios.
-
Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por
cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto
te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y
como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las
puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la
tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.
Sara murió a la edad de ciento veintisiete años. Nunca supo nada. Ni
ellos volvieron a hablar sobre lo que pasó. Isaac siempre recordó aquello como
uno de los primeros encuentros con Dios, y no lo cuestionó nunca, como tampoco
culpó a su padre que siempre guardo silencio porque no podía hablar ya de eso.
Y así termina la historia, pero como me hubiera gustado decirle a esa
señora que el más obediente de los dos había sido Isaac.
jueves, 25 de octubre de 2018
MONTERRICO
I
Acá todo
es ondulado. Las mujeres ondulantes, la playa flexible, el mar con su única
línea recta, acostada. Pero esa línea también es curvatura de fermentos
marítimos. Toda la mar haciendo óvalos concéntricos, hasta parecer dunas
siberianas que cambian a rectas aparentes. En lugar de cangrejos
pantagruélicos, ahora hay miles de botellas de cerveza Corona con un limón
podrido al fondo, como mensaje para los niños que aún no han nacido.
II
Cuando
uno llega a Monterrico se da cuenta enseguida que el mar está a dos pasos de
uno. Se oye el estruendo desde que uno pone el pie en la arena. Hoy está inundado,
acaba de pasar el temporal y el canal se ha rebalsado. Huele a pez muerto.
Uno cree
en los crepúsculos orgásmicos de las películas, en los escarpados rincones
paradisíacos, donde dos hacen el amor desde el beso hasta contorsionarse. Pero
no, el amor aquí se debe hacer con cautela, estamos en el tiempo de las
Parlamas y, ellas reclaman la playa para soltar sus huevos. Las tortugas
marinas, y los enamorados, tienen el inconveniente que de día hay turistas
quemándose bajo el sol; y de noche, los lugareños, linterna en mano van de lado
a lado buscando los nidos de las tortugas.
Logré ver
a la primera. Era una tarde soleada a medias, con un viento tan decidido a irse
desesperado, que la superficie de la playa se miraba turbia de la arenilla
arrastrada a la fuerza, de un alma invisible que nos hacía arder las piernas
por los piquetes de polvo. Allí estaba la tortuga gigante, viendo al mar con
sus ojos lagrimosos, haciendo el nido con sus patas traseras. A cinco metros,
un muchacho con playera y bermudas la parecía cuidar, cuando en realidad lo que
pasaba era que se iba a llevar más de tres docenas de huevos sin donar siquiera
uno. Y es que hay dos verdades que se cruzan. Una es que la gente tiene hambre,
y la otra, que las tortugas se están extinguiendo. Una de las dos verdades se
apoderará de su momento; o por un efecto dominó, la una aventajará a la otra.
III
Allí en
la arena ha quedado el olvido. Materiales tan cotidianos que hacen el ADN de un
viaje. Las pequeñas células de un cuerpo: una pequeña sandalia de hule color
azul con rosado. El vaso de duroport con un cangrejo microscópico. Allí está la
sed de los muertos, dentro de cascaras viejas de cocos deshechos. Deshabitado
mar donde nace el ansia de eros. El desierto de los latinos es la playa. Allí está
el peine perdido con sus cabellos revueltos. Allí estará el beso en la botella
y en la orilla de un cigarro. Allí está el sudor congelado donde se acostaron
sin ropa, renovando adámicos gritos. Allí están las páginas de un libro
volátil, de palabras aéreas que ahora emigran cada año en las conchas
vacías.
IV
Acá todo
es ondulado. La mujer con torno Fibonacci. Ondulado el mar y ondulada la ola.
Solo una línea recta aparente. Un horizonte que se dobla conforme nos alejamos
del mundo. Contorno de la playa como dunas saharianas. Solo una línea que
recorta el cielo del agua, la sal de la luz, el ave de los peces. Ya no hay
cangrejos allá, solo miles de botellas de Corona con un limón podrido hasta el
fondo. Mensaje cifrado para una generación de niños que no nacen.
lunes, 8 de octubre de 2018
DOMINGOS DE TROVA EN RAYUELA
Todo está pasando cada domingo en
Rayuela, un barcito íntimo por dentro y expansivo por fuera. Por dentro uno se
ve rodeado de amigos vivos y fotografías de grandes y celebres maestros. Por
fuera uno se encuentra revuelto entre la vida, a la que no le dan un solo día
libre en su existencia maravillosa. Desde el interior del café se oye, cada
domingo, una convocatoria que se ha vuelto habitual, de los músicos: Koki
Valdéz y Rafael Jaén que desde la primera
entonación logran que la banda se cunda de sentimiento.
Estos domingos
los han convertido en un viernes anticipado. Todos coreamos las canciones, unos
desde fuera, otros desde adentro. Hemos cantado a Silvio como si hubiera
compuesto ayer esas canciones; a Fito Páez entre la celebración de un vino
tinto, a Mercedes Sosa con una convicción tan cierta como la marcha y la
manifestaciones frente al Palacio Nacional, o cualquier palacio de difuntos y
flores, de una Latinoamérica en la que se pueda oír a Sabina con libertad.
Estos tiempos nos ha regresado la trova. Precisaba una propuesta así para estas
noches de zozobra. Pero todo se aclara desde las 6:30, en que empieza la
función primera de estos dos amigos inseparables que cantan juntos y por su
lado, en intervalos que van abriendo de canción en canción, hasta pasada la
media noche.
Y es que los
domingos por la noche, a algunos (si no es que a todos sin pecar de
amplificado) les emboscaba el sentimiento de perder para siempre, algo
impreciso pero agudo, la felicidad de los fines de semana, que lo iba reemplazando
la penumbra de los lunes interminables, de los martes marrulleros, y los
miércoles, de no saber hasta cuándo llegaría el jueves y empezaría finalmente
el viernes a rescatar la ilusión de la vida de uno mismo; con aquella
democracia mosquetera: de uno para todos y todos para uno.
Pero me contaba Byron Vasquez que fue una propuesta suya, y entonces nació la idea, se convocó a los muchachos y respondieron con una afirmativa reunión que dio inicio a todo este espacio que se desborda hasta la calle. Y aunque no esté de moda, aparentemente, como siempre los vientos de cambio van poniendo sus propias canciones en el Walkman de la historia.
Pero me contaba Byron Vasquez que fue una propuesta suya, y entonces nació la idea, se convocó a los muchachos y respondieron con una afirmativa reunión que dio inicio a todo este espacio que se desborda hasta la calle. Y aunque no esté de moda, aparentemente, como siempre los vientos de cambio van poniendo sus propias canciones en el Walkman de la historia.
El café
restaurante Rayuela está ubicado en la 6 avenida 3-61 zona 1, fácil ver su
exterior de rojo y abrir su puerta giratoria. Tienen un menú, como yo lo llamo:
para la plática y el romance; para conversar por la tarde con un buen café
amigable, y como les contaba, también bancos en cada ventana hacía la calle, y
de plano los domingos para intentar seguir resistiendo en la ciudad, celebrando
la vida y el amor, con los amigos que son y los que vendrán, que en Rayuela
cada vez se van sumando, afuera y adentro.
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