viernes, 14 de febrero de 2014

DOG ROSE



Doris Lessing

 A Julia Delgado, 
a quien enseñé a besar de noche.



Pétalo uno (la vista)

Puedo ver el rojo con solo tocar la rosa con los ojos cerrados.
Encontrar el oro del diamante en su corola.
Resplandecer en centro de la flor al encontrar el universo.
Con los ojos cerrados y sordo de besos
puedo volver en ella hasta el presente.
Yo que no tengo pasado
virgen del tiempo me has dado los segundos
al besar valiente la orilla de tus labios.
Te vestí como yo quisiera
siempre te vestí.
Te quite la ropa sucia y te preste mi suéter de Pearl Jam.
Luego fuimos los dos testigos del agua
el jabón de mis manos hizo la espuma en tu cara de niña agridulce
y fue como cuando nos vimos por primera vez
ya no fui yo
ni pensé en nada
porque me perdí cantando entre tus labios
oyéndote gemir tratando de salvarte.

El poema no se busca
dijiste
el poema te encuentra
perdiéndonos en el sol del mañana
el alba del presente habitó tus pechos
y pude dar gracias de nuevo
al sonreírte con los ojos cerrados.

Nuevos vientos de fuego invisible
que brotaban de los dos como brasas
en la punta de la lengua.

Amor no das, dijiste,
solo deseo puro
en la calle siendo una línea
sombra
avión meteoro que corona la tarde.
-

Pétalo dos (el olfato)

Estamos tomados de la mano
en el nuevo precipicio.

Las líneas de tus manos son ríos.
Ya no puedo sostener
mis ojos en los tuyos
que sean dos mundos
que sean dos
invertidos cielos donde caigo.

Sueño o realidad
son ellos
materia y espíritu
tus ojos desposeídos.

Esta es una explicación
de los dos mundos
que me miran celosos
destruyendo el mío con ternura.

-
Pétalo tres (el tacto)

Por un año me fui al desierto.
Allá valoré la rosa.
Las brasas de mi corazón desobediente.
El agua que nacía de esa tierra tuya
donde fluía la leche y la miel de los abrazos.
Lo que nunca dije lo empecé a decir a solas.
Extrañé lo entrañable y dejé de pensar tanto
antes de decir las cosas que no se habían creado.

Te nombré una noche llena de botellas y pude
verte en una canción silvestre y salvaje.
Por ti me gané esta suerte afortunada
de gozar del mar y ver de nuevo en las olas
la promesa que es la espuma.

Viajera terrestre de labios partidos
juegas conmigo mi juego preferido.





Pétalo cuatro (el oido)

La rosa se volverá lirio
tras la estocada de cannabis.
En el futuro no será suficiente con leer tus libros
habrá que comérselos lentamente
saboreando la sangre y la tinta
y habrá quien
sienta la miel escurrirse entre líneas.
La rosa será entonces
el pubis al medio día.

Pétalo cinco (el gusto) 

La vi ahí.
La oi allí.
La sentí acá.
La guste completa.
La olí soñarse lejos
entre el mar.
Ser nada más que un coral.
Sal en su aliento
azucar fue su boca
y un pez salió loco entre los labios.


 Pétalo seis (el puvis)

De todas las cosas del mundo
la sencillez es la más gloriosa transparencia
solo una gota de agua
una semilla de mostaza
una espina
una chispa que incendia los ojos
en mirada sin pavoreales.

II
Una mujer que parezca cascada.
Nube polvorosa que en las manos deshacerse busca.
Fuente. Tornado.
Luciérnaga de rayo.

III
En los días recelosos
la luna se entrega al agua entera
como un pensamiento quiere y desea
hasta ser un grito tatuado entre la piedra,
áurea alteza que juega en mi boca a ser enredadera.

Poema para Ana Julia Delgado con fondo de Iztapa.


Vos no podes hablar con los peces...

Encontré en Google
una rosa muy secreta
su nombre en ingles era dog rose
o como dijera en español rosa canina.

Es ella una flora natural
que solo desea viajar en un Volvo
y su mayor anhelo es ver cuatro telenovelas
y punto, ese es su sueño.

No se pinta las uñas
y habla de muchos hombres que luchan entre las olas
como vagos oceánicos con una tabla Longboard
y esos son sus sueños
la playa negra donde nació despeinada y descalza
con una carita como racimo de duraznos.

El horizonte miserable que rescata el mar
los atardeceres y fogatas
un alma de medusa
que pueda hablar con los peces
silbándoles como si fueran pájaros mojados.

Allí estoy ahora,
en la cresta de esa ola
azul y joven como una onda.

La Revolución de los Fantasmas




 A Stephen King

Una vez apareció un fantasma que borraba la realidad o al menos eso publicaron los periódicos.  Otros, los más imaginarios, contaron que al aparecer, el fantasma volvía todo blanco, y de ahí la seguridad de muchos de pensar que en realidad deshacía el entorno. No hay más que verlo para empezar a sentir el cosquilleo adormecedor con que se le va a uno borrando el cielo, el tiempo o el mismo rostro con una inocencia in albis, describió una periodista con mucho coraje que no dejaba de leer un libro de Doris Lessing.
            En seguida aparecieron por todo el mundo parches blancos que se descubrían desde el telescopio espacial Hubble. Algunos, unos pocos esperanzados, proclamaron la paz mientras la blancura iba cubriéndolo todo. Tanto así, que de todos, uno vio como se borraban las guerras, los museos, los zoológicos, los países enteros ante una horda de fantasmas que penetraban en la materia y la pulverizaban en desvanecimientos tan rotundos, como explosiones de talco o avalanchas de nieve.  
Pero no era nieve simplemente, sino era una nueva epidemia silenciosa, inexplicable y hasta inofensiva, que era resuelta por científicos al igual que por burdos esquizofrénicos alucinados.

            Así fue el fin del Mundo. Un silencioso desaparecer, borrarse como si fuera al fin un lienzo en blanco. El Apocalipsis, en algún lugar del universo, que se perdió de vista en un punto en blanco. 

jueves, 13 de febrero de 2014

CARTA SIN DESTINATARIOS







Empezar una historia cualquiera, así sea la más sencilla siempre es complicado. Lo he leído de muchos escritores, que esa primera frase es la que puede influir en el lector, de tal manera, que lo deje atrapado en la más emocionante y eterna de las lecturas. Es más, ese primer renglón es tan importante que de ese instante se renuncie a la lectura con el peor de los juicios, o se gane un nuevo lector. Y un lector en nuestros días es tan necesario como un buen escritor. Esas son las dos caras del espejo, un lector con tal iniciativa que termine escribiendo lo que siempre quiso leer y de ahí que terminemos con un texto cóncavo. O un escritor con tan buena suerte que logre intuir un público y escribir para ese público sin consensos. Eso fue lo que pasó en esta historia que no termino. 

Resumen del Lector: Un diamante entre los chayes no vale nada; caso contrario, un chaye entre diamantes puede ser que se confunda y resulte siendo la corola de un anillo. Hasta que años más tarde un escritor súper-esperanzado lo lleve al Monte de Piedad en algún lugar de México y el sabio detrás del mostrador, le diga que no es un diamante sino un vidrio cualquiera. 

Resumen del Escritor: Pocos libros se me han vuelto espejos. Después de leer me siento escritor. Es eso, la historia del escritor que lee, del lector que escribe, del otro, ese, mi semejante, que relee la historia de todos.
Nosotros, somos los hijos del desamparo. Niños sigilosos sin casa ni nada, sin nombre original siquiera. Llenos de apellidos tan retorcidos que parecemos idénticos al vernos por la calle. Nuestros padres, esos personajes que una vez se vieron y se gustaron, se amaron o se odiaron por alguna razón tan simple como romántica, ahora se nos han vuelto cristianos, budistas, o agnósticos, desesperados por olvidar su pasado. Lo niegan y al negarlo, terminan poniendo en movimiento una maquinaría de sucesos en nosotros. Nosotros, esos niños desamparados al televisor de la abuela materna, metidos en los desvanes, nosotros los que nos abandonábamos además a la lectura frenética de libros de locos que nos arroparon el alma, para escapar de esa realidad tan huérfana. Eso somos, somos esos niños malcriados que lo preguntábamos todo y nada nos respondían, hoy por hoy, seguimos preguntando y a veces lo que logramos es la ira de nuestras madres evangélicas que ya no se acuerdan de nada hablándonos de sus dolores del cuerpo.
 Seguimos siendo entonces la catapulta al pasado, nosotros los que escribimos nuestro presente, esa revolución del ahora. Unos queriendo olvidarlo todo y otros queriendo mantener vivo el momento del nacimiento de su historia. Dos fuerzas que se anulan, que no van ni para atrás ni para adelante. Los padres que niegan todo, unos hijos que por respeto callaran a solas los irrespetos del pasado; los otros, los irreverentes que escribirán con libertad lo que ven y sienten para que los futuros padres he hijos ya no vean por el espejo cóncavo, sino por una ventana amplia, la línea del horizonte de una nueva madrugada.

lunes, 3 de febrero de 2014

LOS HIJOS DE LA PASIÓN








 A Philip Seymour Hoffman.


Los hijos de la pasión/ pasión provocan/ pasión prometen/ pasión entregan/ son apasionados hasta la tragedia/ hasta la vida después de la muerte// Los hijos del amor/ no dicen mucho/ no prometen nada/ dan amor y amor reciben/ lo van dando todo y no se les acaba el viaje/ llegan a la tierra y la luna se les vuelve estrella// Los hijos del amor son pocos/ no se repiten/ los hijos del amor no son tan enamorados/ ya son amor y eso les basta// No como los hijos de la ira que son muchos y les parece poco el poder con que los niños aman// Amar es ver el mundo con ojos sanos y mirar sintiendo lo mismo que las multitudes con su llanto solitario/ en todas las plazas/ púlpitos y salas// Los hijos del llanto serán los que rían ríos tormentas y vuelen tras las olas como albatros.

miércoles, 29 de enero de 2014

MAS QUE ENTREVISTA UN TEST /



 Tuve guardado este texto desde hace unos años. También recuerdo que varios más lo respondieron. Olvidé el nombre de quién me lo envió para que lo respondiera, pero recuerdo que fue alguien del sur.

¿Qué ritmo es el que te mueve?
El pulso de mi propio corazón desconcertado.


¿Te parece que la poesía está amenazada en estos tiempos y por qué sí o por qué no?
La poesía es secreta, no esta amenazada. Los que están amenazados son todos los que creen a medias en los misterios. La poesía es ingenua pero sabia.

¿El eterno retorno te dice algo?
Deja Vú, pero creo que no hay retorno, creo que hay una ilusión de volver, pero Itaca nunca será la misma.

¿Vale la pena matar o morir por algo?
Depende de la hora, el día o lo que se celebre. En este preciso momento no mataría a nadie, ni me interesaría morir por nada. Pero hay días que mi humor es tan extraño que hasta moriría por la verdad, o mataría por una mentira. Pero nunca vale la pena morir o matar.


¿Qué es lo que más te inspira y qué es lo que te aleja de poder crear?
Lo que más me inspira… pues, nada, no creo en la inspiración, creo en el trabajo diario, aunque sea una línea diaria, pero si creyera en la inspiración me inspiraría algo tan cursi como un mono tratando de escribir su propio nombre.



¿El amor está disponible aún para vos o ya se ha retirado? ¿Qué atisbos tienes de él?
Me persigue el amor y yo trato de jugar al gato y al ratón, a veces yo soy el gato, pero me gusta más ser el ratón, y el atisbo de ese juego es el queso compartido.


¿Qué te parecen las alambradas, los uniformes, las cédulas de identidad?
Las alambradas son tristes muros inventados por los jueces de esta era de uniformados, sin identidad.


¿Diógenes o el Che?
Siempre que Diógenes tenga una playera del Che, será mejor seguir a Homero.


¿Organizarías visitas para los escolares a los manicomios y cárceles así como se hacen excursiones al zoológico?
Definitivamente hay que llevarlos, eso sí, recomendarles antes que no es como ir al zoológico, podría ser que los internos los convenzan de que son animales y luego se rían de ellos como si estuvieran en el circo.


¿La masturbación como forma de auto conocimiento o como neurosis a ser tratada?
La masturbación como forma de imaginar conocimientos, preparación inicial para futuros líderes y grandiosos adivinos.


¿Querrías eliminar algunas máquinas, en vez de autobuses volver a los caballos por ejemplo?
Yo siempre quise volar, me gustaría que en lugar de tanta maquina, hubieran inventado la teletransportación, y si, me gustaría ver caballos y dromedarios cruzando las calles de una ciudad invisible.


¿Qué animal eres?
Soy como Kukulkan, una serpiente dragón de fuego.

¿Qué drogas llevar a una isla desierta?
Me gustaría llevar mi cama, esa es una buena droga: no hay nada como el sueño.


¿Cuáles son los libros que te ayudan a vivir, decime la mejor manera de robarte uno?
Los libros que me ayudan a vivir son los que no he leído, espero vivir para leerlos. Con sentido común, cualquiera sabe que hay libros que ayudan a morir y otros que matan, espero tener suerte.
La mejor forma de robarse un libro es escribirlo uno mismo. Hay varias formas, porque también se puede robar un libro leyéndolo, o simplemente copiándolo con cinismo. El primer libro que me robé fue Aguila o Cruz de O. Paz, trabajaba en esa libreria.


¿Qué poema podrías regalar o lanzarlo en una botella por el espacio sideral?
If, de Rudyard Kipling, para que vean los marcianos que en el mundo éramos muy complicados, pero teníamos también la poesía.


¿Cuál es tu consigna? Al preguntarte esto me viene a la mente la frase irrefutable de
Bartleby “Preferiría no hacerlo”, ¿Te parece que esa es su consigna?
Todos los poetas son santos corrompidos.


¿Cuál podría ser el efecto mariposa de un orgasmo?
Todavía está en expansión el semen de los protozoos, las eyaculaciones de los Trilobites, el flujo seminal de de un bing bang  del amor a first sight.


¿Qué experiencia vivida repetirías?
Me gustaría regresar a una tarde, luego de la lluvia, a media calle, con el sol dorado del atardecer volviéndolo todo irreal, y yo empujando un barquito de papel. Tenía cinco años.

viernes, 10 de enero de 2014

TODA CARNE ES HIERBA





Esta historia la he contado muchas veces, de muchas formas, a muchas horas, pero hasta hoy me levanté del sueño con cada palabra apuntada. Me la contó un guardia de seguridad privada, cuando yo era el encargado de un bar y en esas horas antes de las nueve de la noche, cuando ya todos ocupaban sus mesas habitualmente para beber, este señor se entretenía contándome sus anécdotas.
Empezó diciéndome que el nunca había creído en los fantasmas. Me dijo que en una ocasión que buscaba donde vivir con su mujer y sus dos hijos, llegaron a una casa, donde les advirtieron unas gentes que allí espantaban. El, escéptico por naturaleza, vio la habitación y le pareció amplia, iluminada y limpia, y pensó que eso le bastaba.
Vivió un tiempo sin notar nada diferente, hasta una noche que, sentados en su mesa de comedor, ya platicando con una vecina, no pudieron creer cuando esta vecina, trabó los ojos, cayó en trance con un gran golpe contra el piso. Luego se levantó ya siendo otra. Le cambio, así, delante de ellos, su voz, a voz de hombre.
Saludó, ante todos, dijo su nombre y pidió un trago. Una de las vecinas, amiga de está, llegó con naturalidad, diciendo que eso era lo que le pasaba a ella cada cierto tiempo. Les recomendó mandar a dormir a los niños y comprarle, no un trago, sino una botella. A todo esto, mi compañero, el señor guardia de seguridad, se recuperó frente a sus vecinas y le fue a comprar una botella a la endemoniada, todavía incrédulo. Lo tomó tan en broma que le empezó a hacer preguntas, sobre dónde vivía y de dónde venía que eran respondidas con lucidez y con una expresión de cansancio por parte de la mujer poseída. Incluso, la acompaño con unos tragos y fue todavía por una media botella. Al final, el hombre que estaba ocupando el cuerpo de la vecina se fue poniendo tan borracho que lo último que dijo antes de caer con la cabeza sobre la mesa, fue que regresaría al otro día a las cinco de la tarde y que les contaría el motivo de su pena. Atontado por los tragos, se derrumbó como al principio y tras una convulsión, la vecina regresó del trance como si nada hubiera pasado, incluso, sobria.

El guardia de seguridad que llamaremos Theos, se reía contándome que al otro día, precisamente a las cinco de la tarde, regresó el espíritu y, luego de ver para todos lados, se le quedó viendo con unos ojos de suplica cristiana y le pidió, lejos de toda lógica sobrenatural, un sopa de huevos.
Que pasen ustedes un feliz viernes.

Lester Oliveros Ramírez.

lunes, 16 de diciembre de 2013

FE DE RATA: JUAN PABLO DARDÓN/ RESEÑA



Niños y niñas, señores y señoras, magos, aliens, fantasmas, personajes de la televisión, superhéroes, borrachos nihilistas, jóvenes, amas de casa, trotamundos, tengo en mis manos un libro que se presenta con una sonrisa y una mueca desarticulada en nostalgia, los dos rostros del teatro, esta linda comedia humana.

Es el libro Fe de Rata, uno de los grandes aciertos, sin temor ni pavor a equivocarme, un libro de viaje para reírse en carretera o tomarse un café en una tarde nublada, en una mañana a solas antes del desayuno y luego un tráfico maldito.
Qué les puedo decir, a mí que me gustan las antologías, los libros que son puertas y ventanas, el Decamerón o Las mil y una noches, he acá nuestro nuevo cronista que ha hecho estos nuevos cuentos de Canterbury, esta selección virtual que más parece en nuevo Moby Dick que se alza a plena mar desde las profundidades del submundo tecno de los blogs.
Empecé hablando de una colonia llamada la Reformita, porque por esos rumbos fue donde conocí al autor de tal broma infinita, Juan Pablo Dardón. Y acá en un café frente al mercado de esta colonia espontánea, estoy leyendo en este momento “Dragón Ball Z se cambia de casa”, y es lo mismo que si viera dentro de otro espejo, pues Juan Pablo cuenta que es un escritor que mientras escribe ve la televisión (ya ven, a uno le gusta tratar de meter la realidad, pero se escapa, es lo mismo decir que mientras termino de escribir esta última línea, el portero de Municipal acaba de salvarse de un tentativo gol en un juego contra Heredia en el campo del Trébol). En esta colonia es fácil leer. No sé porque muchos dicen que es una zona roja, si igual todas las noches en todos lados disparan al aire.

Para mí un buen libro es un libro que entretiene enseñando, y enseñando cosas prácticas de la vida y de la muerte, porque por cierto, la muerte es una cosa viva y hay que conocer sus transformaciones, para alejarse uno de ellas o acercarse, según el caso. Juan Pablo la menciona muchas veces, porque esta engolosinado con la vida. Su libro enseña amenizando y divierte enseñando, no es un simple juego de palabras, en realidad lo viví yo mismo cuando todavía disfrutaba de la inocencia post-niñez, allá por el año de 1991. El libro grandioso se llamaba Notas de Prensa 1980-1984 de un bigotudo pisado que se terminó ganando el premio Nóbel con tanta casaca, Gabriel García Márquez. Pero ese libro era una miscelánea en la que uno aprendía de todo, desde política internacional hasta qué comer en la costa Caribe, cómo saludar a un embajador o cómo comportarse en el velorio más humilde de los cachacos. Márquez no era tan sincero como todos creíamos, habría que leer a Tom Wolfe a Regis Debray, a Capote o Mario Puzo, en fin, no puedo negar que ese libro fue para mí una revelación que me iba a meter a escribir para siempre, por el solo gusto de contarme a mí mismo de nuevo el truco feliz que es estar vivo. Y eso es lo que se respira en el libro de Juan Pablo, la mera vida.

Por eso, ahora que tengo en mis manos este libro de Juan Pablo, recuerdo que fue en La Reformita, en los helados Pops, donde platicamos sobre un texto que también está entre los elegidos. El todavía no se casaba y yo estaba platicando con mi futura exnovia. Dónde más iba a ser, sino en esa Sin City donde en cada vuelta hay una cantina o un Punto, no de Lectura, sino de otra vaina más nevada. Allí en medio de esa costra que es y será esa colonia al margen he leído su último libro.
Para la entrega del mismo, me conmovió, nos crispó a todos, con una carta para su hijo. Es evidente que algunos nacen con un don, este muchacho que andaba por los tejados una noche de Navidad rescatando gatos, muy ebrio de vino y pasión, hoy se debe sentir muy tranquilo, ya que pasó el sonido y la furia; el mar, que ahora tiene cerca, ya sin sirenas varadas, sino con una legión de promesas, que lo abrazan, comenzando desde este texto avalancha.

LA REFORMITA





Hace aproximadamente cinco años llegué a vivir a la colonia La Reformita. Es una colonia que me recuerda a la zona cinco. Pero además es una zona intermedia llena de estudiantes del interior, que llegan a la ciudad con una gran curiosidad y con más coraje espontáneo, que con una clara idea de lo que están empezando a vivir. Pues ahí empecé a vivir y la elegí porque me quedaba cerca la universidad, pero cualquiera que me conozca encontrará sospechosa esa explicación. En realidad quería vivir en una zona que fuera como una capsula del tiempo y esta lo es, me remite a mí niñez. Lo que no sabía era que la colonia, sus callecitas y mis vecinos, mercados y tienditas, iban a superar mis expectativas.
Yo ya había vivido en la zona 1 y a diferencia de muchos poetas y pintores que conozco a mí la zona uno me pareció una desolada tierra maldita. Me levantaba por las mañanas y me iba a sentar a la fuente del Parque Central con un manual que había editado la Cooperación Española para conocer todos los edificios emblemáticos. En el fondo la zona 1 es un lugar distante dentro de todas las colonias a donde ha ido emigrando la gran mayoría de personas del interior. Donde siempre se me vino la idea navideña de un Santa Claus tratando de ser muy amable en la puerta de un comercial de ropa de vestir; tratando de sonreír, y tratando de imaginar ser norteamericano y de paso encantar a los niños prometiéndoles de todo lo que jamás les podría dar. Eso es la zona 1, es el interior de una ciudad fantasma, donde hay cien casas abandonadas en los alrededores según la municipalidad.
Pero La Reformita se volvió eso que todavía hoy sorprende. Se volvió el lugar donde he vivido más tiempo, he escrito y leído a pesar de todo, que con el tiempo se ha vuelto un lugar milagroso. He tenido la suerte de tener alrededor gente amable. Una suerte de casera misteriosamente comprensiva con mis horarios y con mis fechas de pago. Solo una vez la vi seria y me preguntó con toda la sincera complicidad de sus años:
- ¿Hey usted, dígame la verdad, de qué trabaja?
- Soy escritor – le dije.
- Ha, menos mal –me dijo y yo me quede riéndome conmigo mismo de la diferencia tan reducida que hay en esa vida liberal entre los bandidos y los poetas. Pero no, soy tan noble que no mato ni a una mosca y me gustan las mariposas traicioneras, los conciertos de grillos y ver las estrellas como idiota. En el fondo de esa colonia hay un excelso amor secreto, como esa línea fronteriza entre la realidad y la fantasía.

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...