jueves, 28 de mayo de 2009

RUIDO DE FONDO (SEMBLANZA Y RESEÑA AL LIBRO DE JAVIER PAYERAS)


Siempre recordaré a Javier Payeras en la entrega del libro de Julio Calvo. Salió de una fila de sillas, porque en realidad, para esa ocasión, nada en aquel salón del Fondo de Cultura Económica era ordinario, los expositores y el mismo autor estaban sentados del lado de los espectadores. Javier empezó un discurso muy fluido con un contenido denso y mundano sobre acontecimientos en la literatura guatemalteca. Me quedó esa imagen rondando, y aún cuando comíamos cangrejo y vino blanco, sabía que esa imagen era de esas que no iba a olvidar nunca porque no había entendido nada de lo que había dicho.
Me alejé un tiempo de todo lo literario, porque francamente creí que podía dejar de leer o escribir, pero no fue así. En ese tiempo me perdí de toda la producción literaria y tan sólo miraba a Maurice Echeverría bebiendo feliz en la misma tiendita de la zona 10 donde yo me emborrachaba todos los fines de semana. Esa vez que vi a Maurice aún llevaba el pelo largo y, no se imaginaba que interpretaría el papel del bueno en una película precisamente sobre la casa de enfrente de donde algunos nos bebíamos los noventas. El libro que acababa de presentar era Encierro y divagación en tres espacios y un anexo, y creo que fue el único que intente leer antes que Maurice se fuera con su amigo a Queens, con la única copia que llevaba.
Hace un año que empecé a leer literatura guatemalteca en serio. No la leía porque estaba metido en la búsqueda de un tema, entre Hemingway y Vargas Llosa, que por alguna razón se me habían presentado como una posibilidad para interpretar todo lo que había visto en un viaje largo por Guatemala. Mis amigos me hablaban de Luís Lión, de Mario Payeras, de Quiroa, de Enrique Noriega, Dante Liano, y hasta mi antigua novia sabía quién era Isabelita de los Ángeles Ruano. Conocía a Julio Calvo y a Simón Pedroza desde los primeros años de los noventas, pero sólo hablábamos, la mayor parte del tiempo, de música (por eso estaba en esa presentación de Julio, porque era mi amigo y porque había leído el germen de ese libro y me daba gusto que se lo publicaran). Había leído a muy pocos autores jóvenes, tengo que admitirlo.
Hoy terminé de leer Ruido de Fondo. Tengo que confesar que el primer capítulo no me conmovió tanto como el final. Al final yo estaba tratando de reírme y tratando de no llorar al mismo tiempo. Es vertiginoso, es una obra grande que anuncia un testimonio de una vida multiplicada. Ruido de Fondo es triste y alegre. Es fragmentario como un cuadro de Picasso; no está, ni parece, una obra acabada. Podría ser al mismo tiempo un catálogo de monstruos mesurados, un poema sobre la juventud de la post-guerra, un canto de catarsis del mismo Javier Payeras, secuencias de la película de su vida, sombras inexactas y lineales. La música de este libro es irreverente, pero no por lo que se cree, es irreverente porque el argot de la oscuridad es la barbarie desmesurada.
Javier Payeras es un tipo sonriente, siempre que lo he saludado esta sonriendo por algo incierto, algo de lo que no me entero, algo íntimo que lo hace un tipo carismático; pero al terminar de leer su libro, pensé, traté de imaginar el dolor secreto y la celebración espiritual que lo acompañaron hasta la última palabra, y que lo debieron agotar, como después de un gran orgasmo, con esa otra mujer que ama, que es la furtiva ciudad de Guatemala.

28/05/09

martes, 26 de mayo de 2009

FLUXUS EVENTS /PERFORMANCE CONCEPTUAL DE UN ROMPIMIENTO


Como bien te lo dije, todo era un juego. Me tiraré de un puente para caer sonriendo en el pasado del cielo que parece una almohada. Al principio uno se asusta. Puede que uno piense que es real, pero el pedazo de nube sobrevive al accidente y se tiñe de rojo atardecer, de rojo florecer, de más tonalidades bermejas. Luego llega la tristeza y la noche. Pero las estrellas insignificantes desde la el agua de la tierra son un ejercito invencible. Se teme hablar de más, se dice lo que se sabe, se piensa hasta donde uno debe, cualquier transgresión es otra vez el salto desde el punte y la ceremonia feliz de la muerte a carcajadas, o la violación de las leyes. Del otro lado del juego puede que no haya misericordia ni justicia, que los hombres encargados de los mandamientos jamás imaginen un salto al vacío tan en serio. Las miradas de los espectadores son de horror, el hombre que abusa de los vicios será condenado a la soledad, y el cielo bajo el puente seguirá huyendo de los reflejos. Sólo quiero decirte que todo es juego, pero para encontrar el balance de la felicidad y la culpa es necesario que otros piensen algo diferente de vos, que sos el primero en morir en un salto no es lo vanguardista, que hayas hablado de más, que vivas a punto de pedir disculpas, que sintáis que cometiste mil errores, eso no es un juego, el juego consiste en tratar de repetirlo todo. En no dejar cabos sueltos, en decir lo justo y decirlo en el momento indicado. No basta con cometer errores, es necesario publicarlos. El accidente, terminará siendo repetido por muchos espectadores y cada uno contara un pedazo de alguna verdad. Pero luego del horror, y la burla, está la noche de nuevo con su sueño mortal. Ella volverá al lugar y verá la luna roja. Después de todo el que ríe también perdona. La libertad es la irresponsable imaginación del amor.

viernes, 22 de mayo de 2009

DIBUJOS DE NIÑO (4)


La edad de los niños es la misma que la de los ancianos. Mirar desde una ventana el paso de la multitud al trabajo diario, al pan diario, al agua. Oler el miedo y saberse mortal. Extender excusas mentales, juicios indoblegables ante los demás. Excomulgar al enemigo del cielo. Creerse un buen ciudadano y viajar a Londres sin ver para abajo. Gastarse los pocos minutos en un puerto viendo las nuevas carabelas. Perder amigos a cada año. Sufrir frente a los espejos. Caminar despacio, dejar para otros el atletismo y la natación. Ver un poco menos lo que hacen los niños. Empezar a perdonar al mundo. Buscar a Dios. Perder el apetito es como olvidarnos de la tierra. Talvez a veces podamos reírnos de verdad, pero es muy difícil porque se olvidan hasta las poses. La edad de los niños es una era sin tiempo, sin leyes, sin fundamentos, donde giran como astros sostenidos por el poder invisible del misterio. La muerte es para siempre, porque la vida es breve. La vida, ya lo saben los abuelos, puede volverse a repetir. Basta con hablar del pasado para crear países alternos. Los crímenes vuelven a sangrar y los besos de la novia suceden al sueño. No hay recuerdos tristes a una edad donde la memoria es el deseo realizado. Miramos a los viejos volver a la infancia y todos sabemos que nos espera el otoño y quizás la buena suerte de una muerte natural.

jueves, 21 de mayo de 2009

CANCION TORRENCIAL (OIDA EN MAZATENANGO DESDE UNA PULLMAN)



O bruit de la pluie
Par terre et sur les toits.

Paul Verlaine

Veo al hombre vestido de soles y madrugadas eternas. Con piel oscura comprado por el destino de otros hombres; lo veo bajo el rigor de los medios días. Todo se externa y resurge del vapor como una visión. Cae la lluvia sobre todo, y a lo lejos, entre las plantaciones, ciega los llanos de sus penas áridas. Cae sin caer, llega desde lejos con su propia emanación viviente. Se doblegan las palmeras y se rompen los retoños secos, los que nunca debieron nacer. Las nubes van naciendo de la tierra conforme el sol calienta, entonces llegan las nubes negras, grises y llaman a la nostalgia con gritos húmedos, con lágrimas continuas que bendicen a los hombres que corren y miran hacia el cielo buscando una respuesta. Estos hombres conocen la tierra y los domingos cuando suben los graderíos del templo piden que llore el cielo para que la milpa o la caña, o el café, se levanten al cielo con cosecha. Cae la lluvia de repente con su tropel siniestro de rayos y de truenos, como una batalla donde mueren muchas vírgenes gimiendo. El cielo revuelto hace formas que se cruzan como agonías que conoce solo Dios, mientras este pueblo navega y se agita sobre el mar. Se bañan las mujeres, se agitan sus cuerpos curtidos, sus miradas y gestos son divinos; van dejando aromas, se presienten en los parques sus cuerpos cubiertos de sumos y semillas, envueltas en polen viento y tierra, como si volviéramos al Edén. ¡Son tan risueñas a la vista del patrón! Una de ellas tiene ramas de palma, otra un racimo de unos frutos rojos, otra pone en la iglesia verde un canasto de corozo, bajo la lluvia azul, todo bajo la lluvia sagrada que cambia de color la ciénaga. Las ramas de los árboles danzan y los viajeros ven las extensiones de semilla sembrada, la magnificencia del cielo y, sienten que deben volver, que deben seguir viviendo, que aman y que sus hijos verán la cosecha cuando ellos se vallan de esta tierra. Junto con los truenos lejanos, los rugidos de leones transparentes como gritos de luz, los ríos hacen fiesta con la lluvia púrpura; arrebatan casas y se llevan a las niñas que más quieren… dejan a los hombres solos en la ribera, llorando talvez, o a veces riendo por llorar.

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...