martes, 20 de diciembre de 2016

EL CHICO DE LOS OJOS ARCOIRIS



Todo el tiempo he estado huyendo de mi esencia y me he preguntado por qué soy así como soy, que debiera ser diferente. Yo soy el primer sorprendido insólito que no me entiendo. Estoy constantemente sintiendo algo y pensando lo contrario. Alguna vez en solitario me he sentido completo pero extraño estar con los demás, entonces leo poesía o leo novelas, cantidades de historias de los cinco continentes, incluso alguna vez me senté a enumerar los escritores que he leído de país por país, de Alaska hasta la Tierra de fuego, del estrecho de Gibraltar hasta Tokio. Prometo cosas que luego no cumplo, cumplo cosas que nunca he prometido. Estoy buscando una solución pero a ningún problema, ya que yo soy en esencia algo que desconozco. La vida tiene mala memoria, pero el tiempo no. El tiempo, puedo aventurarme a decir, es inevitable, pasa pero no pasa. No estoy jugando a ser sabio, lo juro, me rio de lo que pienso, pienso mientras me río. La alegría le encanta a la vida. Yo confieso una tontería, que la vida está viva y tiene un nombre. Quisiera tener una palabra para ella, ella que me ha dado tantos dolores sabrosos y alegrías amargas, en fin, esta contradictoria manera de ser yo. Yo no soy la vida y la vida pretende ser yo. Ella me nombra mientras mi boca la niega. Es amor del bueno esto. Que la vida este muerta, como parece, escondida me agrada, como me divierte un dios invisible y todo poderoso, inmutable, es decir que no cambia, que por lo menos un día se rebele y nos diga quién es y se dé a buscar las cámaras de los noticieros, no, él es como la vida, se esconde a plena vista. No soporto mis inseguridades, por eso sueño que vuelo y que viajé volando de un edificio a otro, que me paro en un muro altísimo, cómo decirlo, realmente cuando veo para abajo siento el vértigo. Entender que es un sueño, que es otro idioma y no comprender que si me tiro no me mato. Volver del sueño a la vida, de la semimuerte a la realidad. Las palabras no son enteramente lo que pienso. Pienso en imágenes, hablo en palabras lo que veo. Quién supiera otros idiomas como el del aire entre las cuevas.

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