lunes, 23 de septiembre de 2013

SEPTIEMBRE (9)



Todo me da vueltas y tengo nausea. Otra mañana de amanecer buscando otra cantina. Nos asomó la madrugada bajando la 9na. Calle, una cuadra debajo de donde compré un libro de Borges que debió ser El libro de los Seres imaginarios; y ahí estamos con un cantante de rock, aporreando la puerta del bar con puños y patadas. Oímos una voz débil que sale del fondo, entre la música de Rata Blanca, que nos dice que ya va cerrar. Son las cuatro y media de la mañana y las calles están desiertas. Una o dos siluetas muy pequeñas se ven a lo lejos. Una luz azul nos encuentra riéndonos, de seguro de cualquier cosa y empieza a hacer frío en esa banqueta frente al local que aún no cierra, pero no nos abren. Una alemana se levanta luego de que la luz se ha vuelto amarilla y las cosas se hacen todas reales y decide irse a la cama. 
Nosotros somos de esa generación a los que las leyes nos parecen de juguete. Sabemos que ningún gobierno ha sido sincero, ni siquiera consciente. En nuestra sin razón lo sabemos y hemos logrado romper o al menos ir quebrando eso que llamamos “sistema”. Pero también sabemos y lo sabemos muy hasta el fondo que nos gustaría romper con todo eso, pero de otra forma, porque ahí adentro, de mí por lo menos todo esto justifica a medias mi comportamiento. Detesto los semáforos en rojo. Una noche me encabrone tanto que salí con un bate de base bol a romper semáforos. Unos amigos rompían el vidrio de esas paradas de bus. Todo se quiebra, todo es vulnerable, eso que parece eterno es en realidad custodiado fuertemente por nuestro miedo a trascender. Somos la quinta esencia del ahora. Recordé los bares abiertos después de las horas normales, llenos de gente normal y desesperada, oficinistas histéricos que sin saberlo firmaban su acta de independencia aunque sea por un segundo. 
Estamos en septiembre, pero yo soy un dependiente inn de cualquier substancia, un contracultural. A nosotros no nos interesa el “Estado”, la “Nación”, menos la “Patria”, sabemos que ha habido gobiernos que han vendido tres cuartas partes del suelo que se nos parte sin darnos cuenta. Y la verdad, estamos muy enojados.

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