miércoles, 23 de enero de 2013

DICCIONARIO ESOTÉRICO/ Maurice Echeverría




Muy pocas personas han leído el Diccionario. Ésa es la verdad de ese libro. Yo creo que se convertirá con el tiempo en una especie de rareza marginal en la literatura nacional; no un libro parteaguas, sino muy sencillamente una especie de curiosidad para paladares extraños, y está bien que así sea. Por demás, me agrada saber que muchos de sus pocos lectores son lectores inteligentes.
Maurice Echeverría, a través de Facebook.

Una de las novelas más desproporcionadas, ambiciosas y, curiosamente, mal comentada que he leído, es la novela Diccionario Esotérico de Maurice Echeverría Melville. Me remite a una entrevista que le hicieran hace mucho tiempo a Julio Cortazar, en la que con todo y su natal timidez, cuenta que a los nueve años escribió una novela en la que todos mueren. Eso me ha recordado la trama de la novela de Maurice, en la que efectivamente todos los personajes van muriendo como si se tratara de una película de bajo presupuesto, en la que hay que matar a los actores inmediatamente para bajar los costos.

Fuera de ese comentario, que es más una broma, debo decir que me emocioné mucho con esa patada, que es el comienzo de una novela que atenta por primera vez a un grito universal. Humildemente, debo decir que en un momento pensé, esta novela no es de un guatemalteco, o es de un guatemalteco cosmopolita, o es de un extranjero que ha vivido mucho tiempo en Guatemala, y así, llegue a sentir envidia y a comentar que ojala la novela no me decepcionara en adelante pues el comienzo realmente valía un final parecido.

La novela es alucinante y alucinatoria. Concreta cada detalle. Veo que el personaje, Daniel, es un megalómano preciso, frió y sin embargo espiritual, como si Maurice estuviera creando un súper-latino, en la misma sintonía que Nietzche fundo a su Superhombre. De alguna forma, el tema principal, el adoctrinamiento principal, no es un odio implícito contra la religión, sino una protesta contra la moral. Y en este sentido logra unos vuelos hermosos el libro, porque, además de estar escrita con una prosa un tanto reiterante (que en un sentido, también es el tono del personaje), es bastante honesta en cuanto a no utilizar imágenes de relleno, parece ser una novela muy bien corregida.

Me gusto mucho encontrar ciertas analogías con La guerra del fin del mundo de Vargas Llosa, el Señor de las moscas de William Holding, y de forma concreta el mundo de Kafka en esas escenas en las que aparece una gigante oruga que termina por brotarle una vagina. También, el tono depresivo lo observé parecido a  Amok o el loco de Malasia, de Stefan Zweig, esos largos monólogos que rociados por tecnicismos paganos elaborados, nombres de libros de ocultismo, que derivan en una atmósfera oscura. El libro realmente tiene una carga oscura, quiero decir que en el fondo, es un manual para iniciados. Yo lo asimilé inmediatamente por haber jugado a la alquimia en alguna infancia remota en la que creí realmente que podría doblar una cuchara con una sinapsis explosiva. Creí que podría levitar, caminar sobre el agua, hacer que los demás hicieran lo que yo decía como en el libro Demian de Herman Hesse, ser un Sinclair poderosísimo que de alguna forma se escondiera de la opresión a fuerza de magia.

En el fondo, todo esto, me resultó una gran invención de la imaginación. No existe la magia más que en las palabras. En el lenguaje. 

Todo el ritual evangélico, del que yo también provengo, y del que solo agradezco el gusto por la buena literatura, la excelente corrección de Cipriano Valera y Casiodoro de Reina de la Biblia, y luego queda, solo un gran largo corredor de dogmas y supersticiones.
El libro de Maurice es emocionante; razón, técnica y malabares mentales de un tal Daniel/Maurice, culminan en un cuadro abstracto que denuncia, finalmente, la maldad de todos. 


Diccionario Esotérico
Maurice Echeverría Melville
Año 2006
Grupo Editorial Norma
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Datos curiosos: 
Eduardo juarez, la lee cada año. Lo terminé de leer hoy, día en que hay un juicio historico contra Rios Montt. Claudia Armas, cuenta que la foto de contraportada fue tomada en un apto de la zona 9, con una cámara Cannon (todavía de film), específicamente para el libro.

 Guate-mala 23 de Enero del año 2012

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