viernes, 4 de diciembre de 2009

OLEO DE MUJER SOBRE FLORES /LEVES ANOTACIONES SOBRE PINTURA

Ana Patricia ya tiene un rostro.
Una mujer con sombrero,
como un cuadro del viejo Chagall,
corrompiéndome al centro del miedoy yo,
que no soy bueno, me puse a llorar.
Pero entonces lloraba por mí,
y ahora lloro por verla morir.
Silvio Rodriguez, Oleo de Mujer con Sombrero.

Mi gusto por la pintura empezo por el año de 1993. Llevaba un diario de sueños desde que leí a Freud y en algunos textos pegaba la foto de una obra de arte. Estaba aprendiendo a ver las cosas con otros ojos, me gustaba descubrir nuevos mundos. Dalí fue uno de mis primeros amores. Sus imagenes surrealistas fueron en otro tiempo mensajes cifrados que se me abrían como sellos místicos y podía resolver mis dudas viendo La Girafa en Llamas o El Gran Masturbador. En una epoca de fin de año precisamente, me iba todas las tardes, desde la 35 avenida de la zona 5, hasta la biblioteca del IGA. Era un lugar maravilloso, íntimo, con olor a libros y el ambiente era iluminado por una luz natural que entraba mesuradamente mientras yo miraba los catálogos completos de la pintura de Joan Miró, Jean Dean y Edward Hopper. Me fascinó su mundo. Puede que mucho de lo que escriba lleve sus manchas azules y rojas, sus imagenes regadas de un mundo impreciso y perfecto. Tuve la gran suerte de encontrar a Picasso y leer sobre su vida. Saber de sus conquistas y darme cuenta de su talento natural para sorprender a la gente con trucos de mago y una sabia observación que por sobre todas las cosas buscaba el otro lado de la verdad. Picasso esta también en mucho de lo que escribo. Creo que nunca estuve tan cerca de la magia como cuendo me abstraía en las contemplaciones infinitas desde Willem de Kooning y Jackson Pollock, las pinturas de Andy Worhol y la belleza caótica de Basquiat. Me fascinaba encontrar en colores la vida y con distorciones cómicas como en el caso de Kandinsky, y formales deconstrucciones en Rothko. Me gustaba observar lo que no entendía en un principio y darme cuenta como mi espiritu lo decodificaba y soñaba con las respuestas de un arte Mondrian tan exquisito como pueda ser la nada llena de una nueva significación humana. A proposito, de visiones de excesos, me gustó Gauguin y Van Gogh.
Pero llegar a Chagall fue por una canción de Silvio Rodriguez. Ahi estaba el libro entero de este pintor frances de descendencia Rusa. Sus mujeres y hombres volando sobre floreros colmados de las más exquisitas flores. Me gusto su mundo inventado. Su pais intimo que me ofrecía un aroma natural de paraiso y ternura. Creo que muchas de las cosas que les he dicho a mis amigas en la cama viene de las imagenes que vi ese fin de año.

2 comentarios:

AnaPatricia dijo...

magnífico, estoy sorprendida y soy dichosa, gracias bello.

MarianoCantoral dijo...

Hasta vi de color las palabras.

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