miércoles, 23 de diciembre de 2009

BREVE HISTORIA DEL NIÑO JESUS


κα λέγει ατησος· α λώπεκες φωλεος χουσιν κα τ πετειν το ορανο κατασκηνώσεις, δ υς τονθρώπου οκ χει πο τν κεφαλν κλίν.*
Jesús
Jesús nació en un pesebre en Belén. Según cuenta la Biblia en los primeros capítulos del libro de Mateo, quien inaugura el Nuevo Testamento con la genealogía desde Abraham hasta José. Esa noche, también dicen que se les apareció un ángel a unos pastores, y una trashumante caravana de magos reyes y astrónomos llegaron hasta el pesebre guiados por una estrella. Muchos han querido adivinar estos acontecimientos y han dicho que la estrella era un cometa, un OVNI, una estela boreal, un ángel. El discípulo de Jesús, treinta y cuatro años después nos relata que era una estrella, pero no sabemos cual era su fuente de información. Imaginamos que Jesús pudo contarles estas cosas transmitidas, quizás por María y José sobre los acontecimientos extraordinarios de su nacimiento. Pero es evidente, en los evangelios, el carácter humano de Cristo a pesar de los milagros sin explicación. Uno de sus primeros prodigios fue convertir el agua en vino. También multiplicó los panes y los peces. Comía en los banquetes a los que era invitado por gente rica y bebía de su vino con una alegría que perturbaba las costumbres de los estudiosos de la Tora. La vida de Jesús siempre fue contradictoria para los fariseos que se codeaban con los más tiranos de los romanos. Al sólo verlo se turbaban. Según J.J. Benítez en su Best Seller El Caballo de Troya, Jesús media casi los dos metros de alto. Me gusta la referencia, a sabiendas que es ficción, porque también me lo imagino así por su linaje de una de las más aristocráticas familias judías. Pero me gusta más imaginarme a Jesús conversando con las prostitutas y haciendo Rock and Roll en el mar de Galilea. Jesús siempre decía cosas basadas en el universo y en leyes inmutables, habló del dar, de el menor esfuerzo, de la vida eterna. Nadie sabe donde aprendió esto, o si fue producto de una gran revelación. Facundo Cabral, dice que fueron los maestros esenios del Mar Muerto, en donde años después fueron encontrados unos royos en los que estaban escritos múchas referencias a Jesús y datos sobre su vida secreta que no aparecían luego en los evangelios publicados por la iglesia.
Lo cierto es que ahí estaba Jesús haciendo milagros por todas las ciudades de un Israel sitiado por los romanos. En un tiempo de suprema esclavitud hablando de libertad y de reinos transestelares, resucitando muertos y devolviéndole la vista a cuanto ciego se le acercaba. En algunos pasajes se nota que tenía un carácter fuerte, que con sólo hablar podía molestar a muchos, y sus discípulos lo oían hablar parábolas sin saber de que hablaba realmente. Eran doce hombres, pastores, pescadores, un recaudador de impuestos y un soplon e informante que creía en Jesús como el nuevo liberador de su pueblo que iba a motivar una revolución violenta contra el imperio Romano.
En sus últimos días de vida, estaba más que iluminado. Hablaba de un sitio a donde los discipulos no podían ir aún. Habló de que el pan era su cuerpo y que el vino era su sangre, habló de que el hijo del hombre debía pasar por una traición y que sería llevado cautivo y luego asesinado, pero que era necesario para que se cumplieran las escrituras. Imagino a estos hombres consternados a la par de este rock star de la antigüedad, que movía multitudes y hacía que se calmara el viento y las aguas del mar con solo oir su voz.
Perseguido, incomprendido, lúcido. Nacido en un pesebre en Belén, una de las ciudades más pequeñas y perdidas, no comprendería nunca que su cara se reprodujera en playeras, posters, oleos y películas por dos siglos después de su muerte, que se comerciará con las creencias y que se fuera creando, bajo los mármoles y el oro del Vaticano una religión tan errada y corrompida por estos nuevos discipulos. Imposible creer que todavía leen el milagro de Casiodoro de Reina y Cipriano Valera todos los domingos en los Megatemplos del mundo.
Tan extraños son los sucesos, de una historia tan bella, que es imposible creer que en el futuro se siga celebrando la navidad de una forma tan enferma.
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*Y Jesús le dijo: Las zorras tienen cavernas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recueste su cabeza.
Fotografía: Corazon Ardiente, Jam Montoya

2 comentarios:

MarianoCantoral dijo...

Atinado Lester. Saludos y lo mejor.

Unknown dijo...

una de las más aristocráticas familias judías? mmmm. esta afirmación me hizo detenerme en la lectura y pensar si en realidad quería seguir leyendo. Sin embargo, su manera de escribir es deleitable.

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